Creo, sea el tipo de película que sea, que sobra el anuncio de "Esta es una historia real" que se pone al comienzo de algunas cintas, como ocurre en este caso, por ello no va a ser mejor película ni nos va a impresionar más.
Lo más atractivo de esta película son los dibujos que surgen cuando la muerte y la sangre hacen su aparición, es una forma de distanciarse, de sublimar el riesgo mortal que acompaña a la lucha armada revolucionaria.
Es curioso que una película con esta historia sea la seleccionada para ir a la carrera de los Oscar, es como beatificar esta lucha y mandarla empaquetada a Hollywood, es, en definitiva, la domesticación y apropiación de la historia que hacen las clases dominantes, los políticos, aunque ellos tengan que dar cuenta de su gestión actual,claramente anti democrática en muchos caso, como ahora en Argentina. Algunos han criticado el costumbrismo tipo "cuéntame", otros la cursilería de la parte que corresponde al descubrimiento del amor por un casi adolescente, son los riesgos de que sea un niño el que lleve el hilo conductor de la trama. Hay que acertar y en este caso no se logra del todo.
Lo que opina Ana:
Hay países que quedan marcados para siempre por una historia de terror colectivo ejercido por sus dirigentes, de eso habla esta película. A través de la mirada y los recuerdos de un niño se reconstruye una parte de lo que fueron unos años feroces en la Argentina. Al niño protagonista, Juan Gutiérrez Moreno, le queda grande su papel, no consigue transmitirte toda la tensión que se está viviendo, resulta soso y frío, actúa en las antípodas a como lo hace Ernesto Alterio, el tío Beto, que llena de calidez a su personaje. Se dan por sentadas muchas cosas, no se explican acontecimientos ni situaciones, se vuelve la mirada a los 70 y se reconstruye la dualidad de una vida que se mece entre la realidad de los que viven legalmente y la clandestinidad de los proscritos. En el universo infantil destaca la descripción del colegio, las aulas, la maestra adoctrinadora, los campamentos, el izar de la bandera de los generales cada día, eso es la normalidad frente a la vida en un hogar clandestino, lleno de octavillas, armas y miedo a caer en una emboscada.
Como homenaje a su madre desaparecida es una película necesaria para el director Benjamín Ávila, a mí me hubiera gustado recibir más información sobre el movimiento montonero.
Lo que opina Ana:
Hay países que quedan marcados para siempre por una historia de terror colectivo ejercido por sus dirigentes, de eso habla esta película. A través de la mirada y los recuerdos de un niño se reconstruye una parte de lo que fueron unos años feroces en la Argentina. Al niño protagonista, Juan Gutiérrez Moreno, le queda grande su papel, no consigue transmitirte toda la tensión que se está viviendo, resulta soso y frío, actúa en las antípodas a como lo hace Ernesto Alterio, el tío Beto, que llena de calidez a su personaje. Se dan por sentadas muchas cosas, no se explican acontecimientos ni situaciones, se vuelve la mirada a los 70 y se reconstruye la dualidad de una vida que se mece entre la realidad de los que viven legalmente y la clandestinidad de los proscritos. En el universo infantil destaca la descripción del colegio, las aulas, la maestra adoctrinadora, los campamentos, el izar de la bandera de los generales cada día, eso es la normalidad frente a la vida en un hogar clandestino, lleno de octavillas, armas y miedo a caer en una emboscada.
Como homenaje a su madre desaparecida es una película necesaria para el director Benjamín Ávila, a mí me hubiera gustado recibir más información sobre el movimiento montonero.