Lo que opina Ana:
Excelente guión que te va conduciendo con unas imágenes llenas de fuerza hacia una historia en la que los personajes van creciendo, acercándose a ti, introduciéndote en su mundo duro y lleno de sufrimiento, pero en el que siempre queda un lugar para la esperanza y la dignidad.
Es muy dual: dolor contra placer, desamor contra afecto, cuerpo atlético contra cuerpo mutilado. Arranca introduciendo unas imágenes desconcertantes, confusas, de fetos, mar, silencios de cuerpos que se dejan llevar por el ritmo del agua, espacios que hablan de soledad y abandono, de individualismo y supervivencia, para pasar a una realidad de un padre y un hijo abandonados a un destino incierto; de un mundo cerrado que presagia el drama, pasamos a un mundo compartido al que entramos con rapidez siguiendo los pasos del padre que avanza a zancadas hacia una nueva vida con su hijo. Iremos encontrándonos con la familia, la búsqueda de trabajo, la aparición de la protagonista femenina y todo irá cobrando sentido, de manera que al final entenderemos la elipsis del comienzo, el sentido de cada una de aquellas imágenes.
Los momentos de tensión son a veces muy fuertes y se pasa mal. Jacques Audiard es un maestro en medir esos tiempos y en hacernos sentir lo que sienten sus personajes.
Marion Cotillard y Matthias Schoenaerts están perfectos en sus papeles protagonistas.
Emilio: Escribe David Bernal que esta película aborda una historia de superación "que roza lo bizarro pero conmueve". Es dura, aunque no cierra el final en negro. Muy bien interpretada por sus dos protagonistas, por supuesto Marion Cotillard, pero también Matthias Schoenaerts, y con una banda sonora de colección. El accidente que sufre Stephanie (M.Cotillard) en el acuario donde entrena a orcas para el espectáculo, le hace caer fuera del sistema, inválida, sola, al borde del suicidio; la vida de Ali (M. Shoenaerts) nunca ha encontrado su sitio, fortachón e inadaptado y con un hijo de 5 años, abandonado por la madre. La vida no se lo pone fácil, además les es esquiva. Siempre cerca de la tragedia. Los vemos vivir y buscar algo que les permita no dar tumbos: peleas por dinero con otros desgraciados, matones de clubs, vigilantes con pinta de delincuentes, ése es su mundo, que como una expiación, encuentra redención. A destacar también las tomas a cámara lenta de los momentos más dramáticos, sugeridos más que representados, brochazos expresionistas, inconexos, de película quemada. Me recordaba a la "La escafandra y la mariposa" de Julian Schnabel, con Mathieu Amalric.