Este documental solo lo pasan en Madrid en los cines Golem y no he visto ninguna crítica sobre él, y sin embargo la primera vez que quise ir a verlo, la sala estaba llena y no había entradas.
Es emocionante acercarse a la montaña, a la gran montaña, y vivir una epopeya como ésta. Es emocionante ver los lazos de solidaridad y de cercanía que se establecen entre un grupo de profesionales de los ochomiles, muchos casi sin conocerse, pero todos conocedores de quién es quién y qué ha hecho en este mundo de la escalada, cada vez con más advenedizos. Pero el Annapurna no admite viajes organizados de grandes operadores que, con oxígeno y serpas, llevan a cualquiera hasta la cumbre, como ocurre con el Everest. A nosotros, como a Iñaqui Ochoa de Olza, también se nos encoge el corazón cuando vemos la pared sur del Annapurna, blanca, reluciente y desafiante. Es posible que haya cosas que podían presentarse de otra forma, por ejemplo, yo no pondría a temblar los títulos de crédito del comienzo como si también los moviera el viento, como a los banderines ceremoniales de las stupas (chorten se llaman en el Tibet), y que tampoco hubiera terminado de fiesta, cantando y bailando sobre la nieve una canción rusa, y que hubiera precisado mejor dónde estaba cada montañero en el momento de iniciarse el rescate, pero lo principal está conseguido: armar un relato emocionante y verdadero. Este universo de la montaña es muy especial y este documental nos acerca a él.
Lo que opina Ana:
Sabes que vas a ver la historia de un rescate sin final feliz y te encuentras ante un relato que desprende esperanza, entras en un mundo que se rige por leyes de solidaridad, amistad y que borra las fronteras. Estás viendo imágenes reales, Iñaki Ochoa recupera la vida y la pierde ante ti, pero no hay melodrama. Son imponentes las imágenes del Annapurna, su cara sur es de una belleza grandiosa, un gran paredón blanco que no se deja visitar fácilmente y que, según nos cuentan, devora al 40% de los que intentan alcanzar su cima.
Es un documental sobre el heroico intento de rescate de Iñaki. Aún sabiendo que las posibilidades de conseguirlo eran remotísimas, se puso en marcha un equipo de alpinistas capaces de arriesgar sus vidas por salvarlo. Está bien contado, aunque a veces te pierdes entre tantos protagonistas a los que hay que presentar, dando saltos por todo el mundo en busca de su lugar de residencia actual, para volver al Himalaya y situarlos allí en el momento en que ocurrió la tragedia; te vuelves un poco loco con tanto ir y venir, pero llegas a enfocarlo todo y a entender cómo se organizó el rescate y cómo acabó.