Película preciosista, en blanco y negro, con cuidadas luces resbalando y resaltando el bonito cuerpo de Aida Folch (Mercè). Dicen las críticas, que en general la han puntuado bien, que es la película más libre y personal de F. Trueba. No lo sé; no puedo saber por qué retratar la relación entre un pintor en la última etapa de su vida, ante su última obra, y la modelo que le sirve para hacerla llega a esos niveles de libertad, cuando en lo formal, salvo el uso del blanco y negro, no hay nada revolucionario, y menos en la trama, ambientada en la 2ª Guerra Mundial, pero dentro de la vida tranquila de un pueblo francés cercano a la frontera española, con el recuerdo todavía de la Guerra Civil Española y la presencia del maquis de frontera, pero esta situación donde se sitúa la historia, es colateral, no constituye el centro de la trama, que es la relación entre estos personajes, que podría haber sido interpretada con mas matices y con más fuerza. Me imagino en el papel del pintor a Fernando Fernán Gómez o a Fernando Rey y veo otra cosa que con Jean Rocherfort (creo que obtuvo el premio de interpretación en S. Sebastián). El personaje de Mercè es un poco plano y esa risa histérica que tiene para acentuar el aspecto salvaje de su belleza, suena un poco forzada. En definitiva, película particular, no para mayorías, un poco fría, que se ve, sin más.
Lo que opina Ana: Cuidada fotografía en blanco y negro con muchos encuadres realizados con una sensibilidad muy pictórica, utilizados para contarnos una historia que se adentra en el mundo de la creación artística con el trasfondo de una Europa devorada por la guerra, pero alejada de los campos de batalla en unos idílicos escenarios de montaña cercanos a la frontera hispano-francesa. Es para mí una historia fallida, no me interesan ninguno de sus personajes; considero que Trueba no consigue enlazar las dos partes de su relato, todo parece artificial, puro attrezzo, no hay pulso. Un guerrillero herido, un oficial nazi, profesor de arte en Múnich antes de la guerra, transitan por la historia sin fuerza, pretendiendo conectarnos, sin conseguirlo, con la realidad que se esconde tras esos idílicos parajes.
Lo que opina Ana: Cuidada fotografía en blanco y negro con muchos encuadres realizados con una sensibilidad muy pictórica, utilizados para contarnos una historia que se adentra en el mundo de la creación artística con el trasfondo de una Europa devorada por la guerra, pero alejada de los campos de batalla en unos idílicos escenarios de montaña cercanos a la frontera hispano-francesa. Es para mí una historia fallida, no me interesan ninguno de sus personajes; considero que Trueba no consigue enlazar las dos partes de su relato, todo parece artificial, puro attrezzo, no hay pulso. Un guerrillero herido, un oficial nazi, profesor de arte en Múnich antes de la guerra, transitan por la historia sin fuerza, pretendiendo conectarnos, sin conseguirlo, con la realidad que se esconde tras esos idílicos parajes.