Asistí al pre-estreno el mismo martes que jugó España contra Irlanda en la Eurocopa y el cine estaba lleno; es verdad que algunos espectadores (dos señoras que me tocaron al lado) venían de oídas; por sus comentarios parecían más propias de cine de barrio cañí que de películas en versión original.
Hablando de versión original, a pesar de ser mexicana y no tener un acento muy cerrado, había diálogos que se perdían, palabras que no se descifraban, no se entendían.
A mi la película me gustó, a ratos más, a ratos menos. Tal vez lo que menos la toma final, porque es la más dulzona. Es cierto, como escribe Javier Ocaña, que parece que se va adentrar en la comedia negra y termina en el melodrama no lacrimógeno, pero la pugna del ex marido de la fallecida, José Kurtz (interpretado por Fernando Luján) por distanciarse de los ritos religiosos, o mezclarlos para que pierdan relevancia, relacionados con la muerte, tiene un toque satírico que se agradece. Al final, la muerta queda enterrada y los vivos tranquilos, pero en esos cinco días sin Nora han ocurrido bastantes cosas más relacionadas con las miserias y vanalidades de la vida, que con los rigores de la muerte.