Película de reuniones familiares veraniegas, muy francesa, simpática, agradable de ver, con un grupo de niños que se mueve a sus anchas y alguno pone la sal y la pimienta (el pequeñajo del pelo rizado, el primo favorito de la protagonista, la niña Albertine; sin olvidar a su hemano, el adolescente ligón).
Empieza con un flash-back en un tren, el de la protagonista ya convertida en una atractiva mujer, para desembocar en otro tren, el que lleva a Albertina niña, su padre y su madre desde París al pueblo de Bretaña donde se van a reunir. Como en la climatología, tan pronto hace sol como cae un chaparrón; igual ocurre en el desarrollo de la reunión, tan pronto están todos amigablemente compartiendo mesa y mantel, como se enzarzan por temas políticos (Mitterand es para algunos de ellos la esperanza, para otros una amenaza;estamos en 1979). Hay algunos momentos dramáticos un poco flojos (el cuñado ex soldado en la guerra de Argelia), pero en general prevalece el tono ligero, de verano. Y no es fácil conseguirlo.