jueves, 27 de septiembre de 2012

The Deep Blue Sea. Dir. Terence Davies

La crítica destacaba la cuidada ambientación y puesta en escena y el delicadísimo uso de la iluminación, casi a veces como el claroscuro pictórico del Barroco, un elemento que resalta el estado anímico de los personajes. La otra alabanza iba dirigida a Rachel Weisz ( y ella diciendo que actuar es una tontería), graduando su inestable situación desde el entusiasmo del enamorado absoluto, con la lucidez trágica del que sabe de antemano que está condenado al fracaso.
Se presenta la película como la historia de un adulterio y eso hizo que durante gran parte de la misma esperara el momento en que se produce, y ya bastante avanzada me di cuenta que el adulterio es un hecho consumado desde el comienzo y que a través de unos elegantes y suaves flash back, vas conociendo la situación familiar, personal y sentimental de esta valiente mujer. 
Película intimista, que al final sobre la tristeza que se impone desde el comienzo, abre una ventana a una ligera esperanza. El concierto para violín de Samuel Barber, que suena en los momentos más emocionantes, es el complemento perfecto de las imágenes para trasmitir los sentimientos de los personajes y hacer que los espectadores los compartan.
Lo que opina Ana: Soberbia interpretación de Rachel Weisz y cuidadísima ambientación, como es habitual en la filmografía británica. Esta historia de una pasión devastadora está contada de manera confusa, tardas en centrar las acciones, en entender cuál es el antes y el después, te pierdes entre un exceso de flash backs. Una vez que has conseguido situar a los personajes, aceptas el ritmo que te ha impuesto el director y tratas de seguirlo.
El título es revelador, sabes que vas a ver una historia triste, sin final feliz posible,aunque bien es verdad, que lo que se anuncia como tragedia en la primera secuencia, acaba girando y abriendo una ventana a la esperanza, en la que la vida se impone sobre la muerte.