Hoy, seguramente, veinticinco años después, el Festín de Babette no habría ganado el Oscar a la mejor película extranjera como lo hizo en 1985: su ritmo pausado y su aparente intrascendencia no son lo que más se aprecia en estos días.
Difícil de rodar porque tiene muchos interiores pequeños donde se emplean luces de época (último tercio del siglo XIX), la gran Karen Blixen le brinda un cuento magnífico al director para poder rodar la tranquila vida de una aldea de pescadores de la lejana Dinamarca, marcada por la devoción protestante, las buenas maneras y la vida ordenada. Las hijas del pastor, rubias, guapas, estilizadas, están al servicio de su padre y, pese a sus tormentas interiores, son capaces de soportar la tentación del amor, por algo se llaman Martina (Lutero) y Felipa (Melanchton). Pero las brasas perduran mucho tiempo y salen de sus cenizas con motivo de una espléndida cena que les ofrece la sirvienta francesa que el destino les ha traído, Babette. Una cena que vale 10.000 francos y que, pese a los propósitos de los comensales por no sucumbir a los maravillosos placeres del gusto, se transforma en una velada única e inigualable, capaz de cambiar el corazón de las personas. Da gusto mirar, ver y casi oler.
Lo que opina Ana:
Llega a las pantallas una versión restaurada, para festejar los 25 años de esta cinta que obtuvo en su día el óscar a la mejor película de habla no extranjera. Aprovechando esta reposición he podido disfrutarla en la pantalla grande, pues hasta ahora sólo la había visto en DVD.
Emilio salió comentando que no creía que hoy hubiera podido llevarse ese óscar. Es una película lenta en la que pasan muy pocas cosas, pero que hilvana muy bien una historia que transcurre en una remota aldea de la costa de Jutlandia, habitada mayoritariamente por ancianos que han visto marcharse la vida, rodeados de frío y amparados en sus creencias estrictamente puritanas. Es una vida monótona que transcurre entre salmos y silencios.
El director y guionista, Albert Axel, da vida a este cuento de Karen Blixen, la gran escritora danesa afincada en África, y como un prestidigitador acaba sacando de la chistera una historia con contrastes, en la que cada personaje juega un papel esencial. Buena adaptación literaria y recreación de atmósferas. Conviene no ir con el estómago vacío para poder resistir la visión del festín.
Lo que opina Ana:
Llega a las pantallas una versión restaurada, para festejar los 25 años de esta cinta que obtuvo en su día el óscar a la mejor película de habla no extranjera. Aprovechando esta reposición he podido disfrutarla en la pantalla grande, pues hasta ahora sólo la había visto en DVD.
Emilio salió comentando que no creía que hoy hubiera podido llevarse ese óscar. Es una película lenta en la que pasan muy pocas cosas, pero que hilvana muy bien una historia que transcurre en una remota aldea de la costa de Jutlandia, habitada mayoritariamente por ancianos que han visto marcharse la vida, rodeados de frío y amparados en sus creencias estrictamente puritanas. Es una vida monótona que transcurre entre salmos y silencios.
El director y guionista, Albert Axel, da vida a este cuento de Karen Blixen, la gran escritora danesa afincada en África, y como un prestidigitador acaba sacando de la chistera una historia con contrastes, en la que cada personaje juega un papel esencial. Buena adaptación literaria y recreación de atmósferas. Conviene no ir con el estómago vacío para poder resistir la visión del festín.