viernes, 12 de septiembre de 2014

Cinema Paradiso. Dir. Giuseppe Tornatore

El año pasado, o el anterior, con motivo del veinticinco aniversario de su estreno, se volvió a proyectar en cines "El festín de Babette", y fue un placer visual y gustativo verla. Ahora ocurre con Cinema Paradiso, la obra mágica de Giuseppe Tornatore. El cine estaba lleno, y lo merece.
La primera parte, la que tiene como protagonista a Alfredo (Philippe Noiret) y al Salvatore niño (Salvatore Cascio), es una delicia. Se perdonan las escenas costumbristas, esas ovejas pasando por medio del plano, o la señora con la rueca en una toma turística de propaganda...El niño no lo puede hacer mejor en su papel de pícaro y cariñoso, testarudo y apasionado. Después, ya de jovencito, gana en hermosura pero pierde encanto, pero la inercia de la historia es tan fuerte que suple este bajón. Y así hasta el final, cuando la muerte de Alfredo, el operador, vuelve a juntar a los protagonistas de antaño frente a la plaza donde se va a dinamitar el edificio de sus sueños:Cinema Paradiso.
Es una elegía al cine, ya tan pronto, 1989/1990. Afortunadamente sigue sobreviviendo, aunque la herida esté abierta y en países como el nuestro potenciar su creación y difusión no entra en los planes de un gobierno ramplón y miserable.
Lo que opina Ana:
Al cumplirse  los 25 años de su estreno, Cinema Paradiso vuelve remasteurizada a la pantalla grande. La recordaba bien, pero sobre todo me había quedado el poso de su sabor dulzón, algo que en su día me había hecho valorarla menos de lo que lo he hecho en esta segunda visión, en la que me he dejado emocionar por ese niño Salvatore que  llena la pantalla y su ángel de la guarda, el  operador Alfredo, un Philippe Noiret conmovedor. Amor y homenaje al cine como fábrica de sueños, eso es lo que es esta película y contagia a todos los personajes de esa pequeña comunidad que tienen ese nexo en común, en la dura realidad de la postguerra , el cine es lo único capaz de hacerles soñar.