Lo primero que te viene a la mente es el recuerdo de "Camino" (2008) de Javier Fesser. Pero ésta es más contenida en lo formal y tal vez en el fondo. "Aparentemente cartesiana" escribe Jordi Costa. La forma es determinante. Planos fijos y actuación de los actores. Todo está en sus manos porque la cámara no hace nada por ellos. Y los actores responden, sobre todo la chica que hace de protagonista, Maria (Lea Van Acken). La angustia vital que vive entre los moldes en los que ha sido educada, donde lo satánico acecha por todos los lados, y la evolución normal de su adolescencia, le llevan a un extremo sin salida su concepción del ser. ¿Por qué el director hace que el niño hable al final? ¿Por qué en el cementerio sólo está el chico que se había enamorado de ella? Allí sí, la cámara hace un contrapicado casi de águila y nos deja reflexionando delante de un frío paisaje. Película recomendable (y también en los Institutos). Tiene muchos premios y en Metrópoli le dan cuatro estrellas.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
No sé si el director de El camino de
la cruz conocería la película española “Camino” de Fesser, a los que la hemos
visto, nos parecía encontrar muchos paralelismos argumentales, aunque una gran
diferencia en el modo de narrarlos. En esta ocasión, se nos cuenta el vía
crucis aceptado por una niña de 14 años como vía salvadora de un hermano
pequeño enfermo, el director cuenta el camino al calvario a través de 14
secuencias narrativas en las que la cámara permanece estática y deja enmarcados
a los personajes en un espacio reducido, opresor, como el ambiente sofocante en
que vive la adolescente, privada de cualquier mínima alegría, sacrificándose a
diario y dispuesta a inmolarse en santidad. Da miedo, sobrecoge pensar que a
día de hoy puedan seguir creciendo religiones opresoras, castradoras y que lo
hagan en países como Alemania, una secta ultra católica que recuerda a tiempos
que parecían felizmente superados, pero que al parecer no lo están.