Todas las alabanzas son pocas, pero a mi no me entusiasmó. Recomiendan, con razón, verla en versión original, y así debe de ser con todas las películas. En este caso, sobre todo al comienzo, es difícil compaginar la lectura de los subtítulos y ver las imágenes, porque es como un cómic lleno de texto y con un montón de recuadros que mirar, con la diferencia de que en el cine no puedes volver para atrás. El perfeccionismo de la puesta en escena, la personalidad de los perros y del niño protagonista, los ambientes de la isla de la basura, un paisaje industrial postapocalíptico, el humor, hace que el asombro sea permanente (por eso recibió Wes Anderson el Oso de Plata al mejor director en el último festival de Berlín, creo que es la primera vez que eso ocurre tratándose de una película de animación). Pero en mi caso no salto la tecla siguiente, la del sentimiento.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Es una pena que el guión dé tantos
brincos, hay que aceptarlo y dejarse arrastrar hacia la Isla Basura en busca de
la compañía de esos perros tan adorables. Prodigio de animación que rinde culto a la cultura
japonesa y que a mí me hace disfrutar de principio a fin.