Último día de la fiesta del cine. Como sólo hay una sesión al día, la sala estaba casi llena, pese a ser una película de las que podemos denominar sin temor a equivocarnos "rara". Por eso no sabes si aconsejarla o lo contrario. Cada espectador reacciona de una forma distinta (en Metrópolis le dan cinco estrellas).
El tema de fondo sería la muerte, pero no desde un punto de vista trágico. Un actor debe representarla, Jean-Pierre Léaud, y no sabe cómo hacerlo (la muerte no se representa, le dice una asistente del director). Más allá de esto, unos niños la transforman en algo exótico, con fantasmas buenos y fantasmas malos, con cambios de identidad, así el personaje de su película que es el mismo actor del principio, va a transformarse en perro. Es decir, estamos dentro de un juego. Uno de los niños lo siente de una forma diferente porque él sí ha sufrido las consecuencias, su padre falleció, y quiere que el actor le diga cómo hace para ver a su gran amor de juventud, muerta hace mucho, pero que se le aparece bella y joven como cuando se amaron. Pues esto es parte de la película. ¡Ah!, y un león que aparece de vez en cuando.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Un director japonés enamorado del cine francés le rinde homenaje con esta
película rara, en la que apenas ocurre nada, donde el tiempo transcurre sin
prisas, donde se mezclan realidad y ficción, cine y vida. Un divertimento que
se aleja del cine comercial.