Titula Javier Ocaña su crítica "Gravedad sin imposturas". Pues yo veo bastantes "imposturas" que dan al traste con la coherencia de lo que se cuenta. Empieza bien, en el bosque ecuatorial, territorio y refugio de los simios. Los humanos van de batida contra ellos, la lucha se desata. A partir de lo que allí sucede, la historia cambia de rumbo y de escenario. Los perseguidos se convierten en perseguidores, y ya no hay selva, sólo frío y nieve. En este contexto, un poco forzado, llegan esas "imposturas". La aparición y papel de la niña, una; la aparición y papel del simio gracioso del zoo, dos; la tonta captura del jefe simio, tres; y, ya por terminar, las conversaciones y el propio hecho de que se produzcan entre un simio capturado y esclavo (César) y el humano que manda las tropas (el Coronel). Estas conversaciones son indescriptibles, rayan lo ridículo, en forma y fondo. Ya después de esto te da igual lo que pase y los significados bíblicos que quiera el director dar a lo narrado.