Bastantes películas de animación japonesa manga tienen pasajes un poco naíf, demasiado infantiles. En este caso los hay, pero prevalece la historia, la de Suzu, que pasa de una infancia a comienzos de los años 30 del siglo XX humilde y placentera, a una adolescencia que a los 18 años termina en matrimonio, casi sin enterarse. La guerra tarda en aparecer en su vida, pero cuando lo hace no está dulcificada, y ahí esta lo más valioso de esta película. Reflejar la forma de vida tradicional japonesa, alterada dramáticamente a consecuencias de la II Guerra Mundial. Al final, el mensaje es que la vida sigue y hay que levantarse y continuar. Siempre habrá un motivo de alegría. Por supuesto, la calidad de los dibujos está descontada, la misma Suzu es o podría haber sido pintora.