domingo, 17 de mayo de 2015

Mandarinas, de Zaza Urushadze

A Lía le había gustado bastante y me recomendó ir a verla. Está bien porque lo que cuenta lo hace de forma sencilla, aunque el final con esa explosión de violencia general desconcierta un poco. Estamos en una de las guerras del Cáucaso, la que enfrenta a georgianos, apoyados por los rusos, contra los separatistas de Abjasia (los chechenos), en 1992-1993. Un estonio, tan lejos de su país, tiene casa allí y junto con otro compatriota que se dedica a recoger mandarinas, trata de extender un poco de cordura. Es un defensor de la paz donde todo el mundo se mata a tiros. La figura de este hombre se hace respetar y él es el que lleva la película a sus espaldas, y lo hace bien, sino no se mantendría en pie, con un entramado tan poco dado a matices.
Lo que opina Ana:
Conmovedora historia de un mundo en guerra, gira en torno a dos entrañables ancianos que pretenden seguir su vida sin inmiscuirse en unos conflictos que tienen cada vez más cerca. Es un canto a la hermandad, al amor a la tierra, representada por un campo de mandarinas y un taller de carpintero, las pequeñas cosas que construyen una vida rural en paz, algo que se resisten a perder, pero que está perdido. Nos acerca al conflicto georgiano, el mismo escenario con diferente poética que aparece representado en Corn Island, no se analiza la guerra, se narra su locura, la devastación de una guerra fratricida y racista.