sábado, 25 de enero de 2014

Nymphomaniac I. Dir. Lars Von Trier.

Película polémica por muchas cosas, por la temática declaradamente sexual, por cortar su proyección en dos partes separadas (dos entradas distintas), y ya, en otro ámbito, por no hacer un pase previo para la prensa, que tuvo que verla como los demás (cosa que no le gustó mucho a C. Boyero).
La crítica o comentario se tiene que hacer pues de la 1ª parte, y luego de la 2ª, aunque la narración parte del momento en que un hombre encuentra a una mujer malherida en la calle, y luego se remonta, en distintos episodios, a la niñez y la juventud, hasta la veintena, aproximadamente. En esta etapa, la actuación de la protagonista tiene dos rostros, la madura, Charlotte Gaingsbourg, que lo narra, y Stacy Martin, cuando es joven.
Von Trier utiliza todos los medios que le son característicos, un plano gris a pantalla completa para iniciar, sonidos de goteo y mecanismos oxidados, episodios en blanco y negro, pantallas partidas con tres imágenes diferentes. Pero en esta primera parte la historia es entretenida y está bien contada, buscando siempre, además, un efecto estético. Incluso hay humor (el episodio de Uma Thurman). Así lo han visto algunos críticos que le han dado cuatro estrellas (Metrópoli). Lo que más te choca es el punto de vista religioso de la protagonista, ahondando en un sentimiento de culpa, de pecado, cuando juzga sus actos pasados. Es necesario ver la segunda parte para completar el sentido y desarrollo de esta peculiar historia.
Lo que opina Ana:
El tema y el título de la película me echaban para atrás, pero volví a encontrarme con un Lars Von Trier en estado de gracia, capaz de sacudirnos con una fuerza titánica, telúrica, como ocurría en Rompiendo las olas o en Melancolía, dominando las tomas, componiendo momentos de una belleza inaudita en medio de la sordidez de la historia, dotando de alma a las palabras, creando magia en la manera de narrar. Lo que más me disgustó es la explotación comercial de esta cinta extraordinaria que ha obligado a partirla en dos y a introducir un interruptus que no entraba en los planes del autor.

Mezcla planos teatrales, escenarios claustrofóbicos, densidad, con voces angelicales y cuerpos casi asexuados en las mujeres protagonistas. Habla  del ser humano, de la fatalidad del destino, de su aceptación, del poder del deseo y a pesar del sexo explícito que nos acompaña en todas sus variedades, no hay pornografía. Yo no podía entender cómo algunos de los espectadores podían aprovechar para darse un calentón, creo que el efecto es el contrario, está filosofando sobre la tragedia de la existencia, hay tristeza, soledad, rebajada a veces con un buen tono de humor.