Lo que opina Ana:
Es un homenaje a los cuentos de Tokio
del gran Yasujiro Ozu. La película se toma su tiempo, sigue un ritmo pausado,
es muy larga y en algunos momentos se empantana, afortunadamente renace con
fuerza en la última parte, desde que se introduce el factor dramático que va a
desencadenar su final.
Su punto fuerte es la introducción de
la psicología de los personajes, están muy bien construidos y son capaces de
transmitir muchas sutilezas que les dan carácter, al tiempo que construyen una
semblanza de la familia y sus relaciones.
Emilio: el que sea un homenaje a una película mítica de Yasujiro Ozu, "Cuentos de Tokio", respetando el original con modestia y mesura, ha hecho que las críticas sean muy pacatas a la hora de los elogios. "Es tan difícil enfadarse con esta película como amarla con pasión" (Jordi Costa). ¿Cuántas películas amamos con pasión? Poquísimas. Pero esta es una película muy digna, bien hecha (este director lleva 50 años en la profesión) y sin intención de revisar, alterando y tergiversando el modelo.
La historia que narra, la visita del padre y de la madre, ya mayores pero autónomos, a sus hijos que viven en Tokio, está bien desarrollada. Puede que el papel del hijo pequeño, el díscolo, sea un poco caricaturesco e infantil, pero tiene este toque naïf que le quita severidad al resto de la familia, él y la madre. Una historia que despacito pero claramente te enfrenta a la difícil ubicación de los mayores en la sociedad moderna, de la añoranza de los tiempos pasados como antídoto de la soledad y de la muerte. Todo ello transcurre sin dramatismos y con enseñanzas, la de vivir libremente hasta el final, si te dejan y puedes y la de la comprensión como la mayor manifestación del amor. Dos horas largas que no me pesaron.