Me dejé engañar por las tres estrellas de Metrópoli (sigo echando mucho de menos las críticas de cine de ON Madrid). El planteamiento inicial es interesante: una mujer madura, pero muy bien conservada, que ha cumplido los 60 años, de una manera casi sin querer se mete en una relación con un hombre veinte años más joven que ella. Se deja llevar, tal vez desencantada y apurando la última oportunidad.
Luego la directora no sabe qué hacer, si darle a la relación una dimensión pasajera o profunda, se mete en cliclés: el carácter mujeriego del hombre, el desencanto sexual de las mujeres del club de jubilados, etc. El final es doblemente torpe, por la escena del aeropuerto, donde se produce la ruptura, igual que todo, de una forma tonta; y por el reencuentro con su marido, que se integra en el club de jubilados. La secuencia final de los dos metidos en el agua de invierno del Atlántico es un ejemplo de incapacidad. Lo siento por Fanny Ardant, que también sale un momento en la Gran Belleza, pero representando lo que es, un icono del cine.