Ha aparecido esta película en la cartelera y la crítica se ha volcado. En Metrópoli, cinco estrellas; Carlos Boyero, después de un visionado no satisfactorio en Cannes, cuando la ha vuelto a ver en Madrid, se ha hecho partidario.
Es una película excesiva, barroca, como la ciudad que sirve de marco y que es la auténtica protagonista. Se dice que hay un legado felliniano, y así es. Las imágenes son absorbentes, la combinación de música y planos, de personajes individuales y en grupos, van sucediéndose mientras recorres Roma, sus interiores, sus palacios, de fiesta en fiesta, viendo una fauna única, decadente, burguesa, refinada, y cómo no, el clero: sus eminencias y sus monjas. Me importa menos el mensaje, incluso me sobra, porque casi no lo hay, ni importa si lo hay, es el vértigo y la belleza de Roma lo que nos atrapa. Pero tal vez no a todos.