Aparte de la crítica incomprensible de Jordi Costa, a Boyero le ha parecido muy buena esta película, incluso, y ya es decir, la actuación de Javier Cámara. En eso estoy de acuerdo. Cámara hace un papel entrañable. Él lleva el peso de la historia y es el más coherente en su locura de ver a John Lenon y enseñarle los cuadernos de sus alumnos incompletos porque no pueden entender las letras que oyen y le va a pedir que escriban en los discos las letras de las canciones; y así será desde entonces, 1966. Los que le acompañan en esa España pobretona que ansía romper las cadenas que la tienen sujeta a la Dictadura,ya son otra cosa. El adolescente que huye de su casa y la chica de un centro de monjas para mujeres descarriadas que se han quedado embarazadas, recorren con él este camino hasta Almería, el lugar de rodaje donde esta Lenon. Y a veces sobran. Igual que algunos de los personajes de esa Andalucía atrasada y paupérrima. Ese plantel de secundarios, que en muchas películas de Berlanga son un complemento perfecto, aquí quedan un poco de cartón piedra. A pesar de esto, la película es entretenida, no cae en la cursilería, aunque está a punto, ni en la denuncia tópica, aunque se queda cerca. El guión del propio director sabe contener esos peligros.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Lo
mejor, la reconstrucción de la atmósfera de esa España pacata de los años 60.
El colegio en el que trabaja Antonio, la familia de Juanjo, sentados a la mesa
toda la chiquillería bajo el dominio absoluto del pater familias, la residencia
cárcel de la que se escapa la guapa
Belén en sus primeros meses de embarazo,
el hotelillo en la playa almeriense…
todo está traído del recuerdo personal de quien nos está contando la historia y
lo hace muy bien.
Otro
punto fuerte es la actuación de Javier Cámara que consigue matizar el carácter
de ese profesor perseguidor de sueños y la de Natalia de Molina, una debutante
que pisa fuerte y sabe dar la réplica.
Me
gusta menos cómo engrana el papel del chico fugado, resulta un poco forzado,
así como el del bar de la playa, especialmente el del hijo retrasado.
Se
deja ver, es amable y optimista, algo siempre de agradecer.