Lo que opina Ana:
Extraordinario
e inquietante comienzo, para continuar después por una senda menos atractiva de lo que parecía prometer. Como puntos fuertes están
la interpretación de sus dos protagonistas y la atmósfera perturbadora que
Manuel Martín Cuenca sabe recrear, como aspecto más débil está la indefinición del caníbal, un hombre
pulcro, metódico, podríamos decir hasta
que vulgar, del que no llegan a encajar sus dos personalidades, la de cazador
certero que se come parsimoniosamente a
sus víctimas primorosamente fileteadas, con esa otra de hombre “meapilas”.
Emilio:
Decidí ir a verla. La disparidad de las críticas (cuatro estrellas en Metrópoli, Boyero mucho más comedido) y el tema, no me inspiraban, pero Ana me aconsejo ir y fui.
El comienzo es tan intrigante, tan cinematográfico, tan abierto a múltiples posibilidades que casi todo lo que viene después va restando, hasta dejarnos con una cara de decepción evidente.
El plano secuencia de la gasolinera y el montaje inmediato, que va desde la visión del asesino al de las víctimas son una obra maestra. Pero, ahí se queda el asunto. Ni la historia de amor la sientes (ni el propio personaje protagonista lo hace) ni los ingredientes de la película van enriqueciéndola. La aparición de las rumanas en una ciudad provinciana y su entrada estrambótica en la película tumba cualquier posterior esperanza.