miércoles, 13 de noviembre de 2013

Tots volem el millor per a ella. Dirª Mar Coll

El principal problema de "Tots volem..." es la falta de definición en el tono de lo que quiere contar. Ese final desabrido, poco cuidadoso en cuanto a la imagen de un marido buscando en la calle a su mujer, en un medio travelling, entre coches, árboles y gente, te da la sensación de imperfección, de falta de cuidado.
La premisa de partida es buena. Una mujer, después de un accidente de coche, está tratando de situarse dentro del mundo burgués en el que vivía, y no se encuentra. Es como si se hubiera descorrido una cortina que le permite ver todo lo que antes tapaba: los hábitos cansinos y repetitivos de la familia, la insatisfacción de su matrimonio, una vida laboral sin alicientes. Entonces vuelve la mirada al pasado, a la época de estudiante y cree que ahí puede encontrar, entre las amistades de entonces, algo que dé sentido a su vida; pero una amiga de aquella época le dice que ella está tan perdida como la protagonista. Por fin descubre que tiene que caminar hacia el futuro sola, y toma la decisión. Todo esto parece que lo hace como si no fuera consciente, como si el desajuste mental del accidente le hubiera provocado una alteración neuronal, pero es así al principio, luego ya es otra cosa. El problema es que, además de ser un poco repetitiva, lo cuenta sin crear la tensión dramática potente que necesita. De todas formas, dejando aparte ese final, incluido el efecto de cinta familiar quemada, y los rellenos musicales, que destrozan el sentido de lo que se cuenta (Francisco Marinero lo escribe en Metrópolis), la película es interesante.
Y siendo en Barcelona, se combinan el catalán y el español sin ningún problema. Da gusto oír los dos idiomas convivir tan bien.