Decía un crítico en la revista (mucho peor) que ha sustituido a ON Madrid, que te quedas desde el principio pegado a la butaca. Puede que exagere. Greengrass sabe distribuir bien la tensión in crescendo, tal vez, según los cánones, tenga demasiados climax.
El comienzo tontorrón (a Boyero le invitaba a la huida inmediata) enseguida da paso a la sorpresa de verte en un carguero inmenso, en un país lejano ( modélico el puerto de carga de Omán), que se adentra en una ruta peligrosa, la de los piratas (no se ha vuelto a oír nada sobre ellos, ¿quién pondría en marcha a esos miserables?) somalíes. Resulta curioso que cuatro chalados, con kalesnikoff y excitados por el khat, puedan hacerse con un barco de ese tamaño; y así es. Hace bien el director en reconocer la convincente interpretación de los piratas colocándolos debajo de Tom Hanks en los títulos de crédito.
El todopoderoso EE. UU. , una vez conocido el caso y que está llenando los noticieros y las revistas, no puede dejar morir a este capitán que representa a todo el país. Queda bien mostrada la desproporcionada relación de fuerzas entre unos y otros: portaaviones y acorazados contra un bote salvavidas, que es como una nuez flotante. Al final, ya sobre el fondo negro que precede a los títulos, nos dicen que al año siguiente al suceso (2009), el capitán volvió a navegar. Tom Hanks es un maestro en representar estos papeles de héroe por accidente, de encarnar al americano desconocido, que por amor propio y valentía, encarna los valores de toda una nación. Sobre la situación de los pescadores, ahora piratas, dos conversaciones de circunstancias. ¡Ah! Un niño somalí juega al fútbol en la playa vestido con una camiseta del Barça. Conste.
Lo que opina Ana:
Película
sobre los nuevos piratas del siglo XXI en el Océano Índico, frente a aquellos
bajeles clásicos llenos de toneles de ron y cofres con tesoros, encontramos
pequeños esquifes movidos por la fuerza de la desesperación que dan el hambre y
un mundo sin futuro. Pescadores sin nada que pescar al haber sido esquilmados
sus bancos por las grandes potencias. Gentes que se alimentan a base de
masticar hojas de droga, lo que les
inyecta el valor y la osadía necesarios para enfrentarse a una marina mercante,
colosal y moderna, pero que no está preparada para combatir sus violentos
ataques. Tenemos a David enfrentándose nuevamente con Goliat.
La
película se rueda sin maniqueísmos, no hay buenos y malos absolutos, son seres
humanos en situaciones extremas. La actuación es un duelo de titanes entre el
veterano Tom Hanks, capitán Richard Phillips y el novel Barkhad Abdi, que lo
dice todo con sus inmensos ojos pícaros o sufrientes, pero siempre orgullosos.
La desproporción llega al final, en el momento del rescate, cuando fuerzas
especiales de los marines invaden las aguas del Índico para dejar muy claro
quien tiene el control.
Aventura
y reflexión, sales del cine pensando y eso siempre es bueno.