martes, 3 de enero de 2012

El Topo. Dir. Thomas Alfredson




Tantas alabanzas no pueden errar, sin embargo no sé si estaré entre el grupo de los que se estampan contra la manera de narrar esta historia de espías, como advertía Yago García en ON Madrid. Hace tiempo vi en casa por motivos profesionales "El espía que surgió del frío" (1965) y decidí que, salvo fragmentos, no la podía usar con fines didácticos, por la lentitud y sobre todo por la falta de acción física. Con el Topo me pasaría lo mismo. La ambientación y el vestuario, la atmósfera y el aire que se respira me llevan al mundo sórdido del espionaje que describe Le Carré. Alfredson, quizá por conocer los ambientes helados de su Suecia natal, que tan bien refleja en su estupenda "Déjame entrar"(2008), insiste en esos tonos sombríos, heladores, cortantes. Reconociendo todo esto, no me entusiasmó. Me dejó igual de frío. El aplaudido trabajo interpretativo de Gary Oldman en el papel de Smiley, lleno de "silencios, miradas fijas y soliloquios" (Yago García), tampoco me levantó del asiento admirado. Es una película que me parece antigua, aunque se haya estrenado en el 2011, en color en lugar de blanco y negro, pero con esa misma mirada fija sobre un relato que requería más acción, de tal manera que cuando esta aparece, es como fingida (en la galería de Budapest).




Lo que opina Ana:


Reconozco la mano de Thomas Alfredson (Déjame entrar) en la creación de atmósferas, en el lado triste y oscuro de esta trama de espías, en la frialdad de la interpretación, en su capacidad para recrearse en las tomas y componer cada escena con mimo. Esto es lo bueno de la película, buenos intérpretes y una perfecta ambientación, está medido hasta el cordón de los zapatos, todos los detalles son de época, la recreación de los años más duros de la Guerra fría es impecable y efectista. Lo malo es que uno se pierde, la trama es difícil de seguir, la historia es confusa, sales del cine sin haber entendido la mitad de lo que pasa.