
Hay que agradecer a Ken Loach que sus películas no traten del sexo de los ángeles y que siempre se moje. Pero su cine pierde calidad y genio por lo que Javier Ocaña llama "El subrayado". Aparte de esa tendencia al remarque, al trazo grueso, en este caso, y es lo peor, también me queda la sensación de artificiosidad, sobre todo en la parte de la trama que sucede en Reino Unido. Curiosamente, las escenas en Irak, muy fragmentadas y cortas, que entran por la vía del flash back o por la del vídeo grabado (como en el Valle de Elah) son las mejores, las más auténticas, las más vivas. No sé, creo que sí, que a esta sensación contribuye el que ninguno de los dos actores principales, Mark Womack en el papel de Fergus, y Adrea Lowe en el de Rachel, tuviera antes experiencia en el cine. Es un riesgo que en el caso de Fergus sale muy caro. Ahora bien, el guionista, Paul Laverty, también debería haber puesto un poco de mesura, de distancia. Yago García en ON Madrid cree que esta película puede sobrevivir a los años por inmediata, certera y sanamente ambigua. Tal vez. Hay que reconocer que plantea algo relativamente nuevo, el papel de los contratistas privados y la impunidad con la que actuaron en Irak, la misma, por otra parte, que las tropas.
Lo que opina Ana:
No sólo sirven las buenas intenciones, es plausible la denuncia de los intereses económicos enmascarados en la Guerra de Iraq, pero cinematográficamente la película hace aguas por múltiples flancos, desde la elección de los actores, hasta la poca soltura narrativa que se muestra.