sábado, 30 de mayo de 2009

radio encubierta



Es difícil hacer una película de un barco que no se mueve, varado en el mar inmóvil. Por eso todo depende de lo que ocurre en el interior, pero la vida de los pinchadiscos entonces, era, dentro de lo que cabe, bastante mística, la música era, casi, su única pasión, vida, lucha y razón de existir. Para contrarrestar este aislamiento, la cámara muestra los efectos saludables que los discos causan en toda la sociedad inglesa, salvo en el gobierno y en ese ministro "Dormandy" (Kenneth Branagh), que considera esos sonídos maléficos e infernales. Por lo tanto, nos quedamos con la música, con esa reconocida banda sonora, y las historias que nos cuenta Richard Curtis, unas más redondas que otras, las tomamos como anécdotas. Claro que hay películas musicales mejores (me sigo acordando de Robert Altaman "El último Show"), pero con esta radio pasamos un buen rato, aire juvenil de los sesenta.
Lo que opina Ana:
La música lo puede todo y hace soportable una mala película, junto a un estupendo plantel de actores, lo demás no vale nada.