
Mejores críticas, imposible. Contrasta este drama juvenil nódico con la idea de la excelencia académica de sus adolescentes. Esas pruebas que nos dejan a nosotros tan mal y a ellos copando los primeros puestos de la lista de resultados. Y en "Déjame entrar", película de Tomas Alfredson, basada en la novela del mismo nombre de John Ajvide Lindquist, sentimos un ambiente escolar asfixiante, una soledad familiar que ni siquiera tiene la alegría de la luz, la fuerza del sol. Y en este ambiente aparece lentamente, pero con toda normalidad el amor; no importa que la chica sea una vampira, el chico lo asume sin más.
Escribía Juan Antonio Bayona (El País, 17 de abril de 2009) que deberíamos sentirnos orgullosos de este bellísimo cuento de miedo. Es verdad que los enemigos del chico, Oskar, son odiosos; pero cómo podemos comprender que Elí, la chica de la que se enamora, la vampira, necesita sangre humana para sobrevivir. Si pudieran vivir encerrados en un mundo propio, serían felices, pero no podrán, aunque eso no lo vemos.
Película nada truculenta, rodada con esa frialdad sueca, llena de calor interior. Y los dos chicos, excelentes.
Lo que opina Ana:
Emocionante, poética, una historia dura, un cuento estremecedor desarrollado entre los rigores del frío, los paisajes heladores sirven de fondo para remarcar la soledad de sus protagonistas. En medio de tanta tristeza se enciende la llama del amor y es capaz de dar la vuelta a unas vidas condenadas a la incomprensión y al ostracismo. No da miedo esta historia de vampiros, lo que realmente produce terror es el abuso y la violencia entre los alumnos, ver cómo nuestro infeliz protagonista es acosado por unas bestias crueles, ahí es donde verdaderamente reside el mal. La otra tragedia la vemos como inevitable, reducida a las leyes darwinianas de la supervivencia,