
Esta película provoca un rechazo inmediato, inevitable, directo contra los guías religiosos que sin descanso persuaden y consiguen, anulan y conducen, absorben y eliminan las voluntades, las mentes, los cuerpos, las vidas. Pero más allá del OPUS, esta película es una invitación a olvidar a dios, al dios cristiano, tal vez a cualquier dios. Todo el sufrimiento, todo el dolor, todo el sacrificio se hace a beneficio de dios, en su honor. Los altares de la muerte están ardiendo para su gloria.
Fesser hace una película valiente y, además, bien contada. Para ello cuenta con tres pilares: la niña, Nerea Camacho, Camino, mejor cuanto más enferma está, la pobre; la madre, Gloria, Carme Elías, vigilante e inductora, implacable, ciega en su fe. Y el capellán del Hospital de Navarra, Don Luís, Jordi Dauder, sinuoso y eficaz, pero con matices, no como el otro cura, el de Madrid, que funciona más como una caricatura.
No creo que el mundo de los sueños desdibuje la narración. Cuando vi el avance, ver a ese ángel un poco ridículo me asustó, pero en la película está bien incluido ese mundo, el de la pesadilla del ángel custodio, y el simpático de Mr. Meebles. Si creo, al igual que C. Boyero, que el desenlace se alarga demasiado, sobre todo con lo que sucede en Madrid; ese niño se queda solo, abandona el escenario y todas las miradas que recaen en él, lo aturden. Es Jesús. Me queda la duda de si en la historia real también existió y si tuvo esa relevancia. De ser así, los sufrimientos de la niña serían mucho más humanos.
Lo que opina Ana:
Parece imposible que en nuestros tiempos sigan existiendo fanáticos e integristas como éstos; es algo anacrónico y que da miedo. Sin embargo, lo esperanzador es que sin duda el peso porcentual de sectas como el Opus, al menos en nuestro entorno, ha declinado enormemente, nada que ver con mi infancia y adolescencia donde "la obra" estaba en plena expansión y controlaba gran parte de la vida política, económica y social del país.
En la película uno se acerca a la realidad de una organización que ya no es tan altiva, que necesita esconderse, que no tiene la aceptación del sistema y la ve como un monstruo capaz de devorar lo mejor del ser humano. Y entre todos ellos, brilla con luz propia la estrella de la película, la actriz Nerea Camacho, ¡qué fuerza le da a su papel! Junto a ella, impecables las interpretaciones de Carmen Elías, la madre castradora, abducida por "la obra"; y de Mariano Venancio, el padre convertido en un pelele, al que le van arrebatando todo lo que quiere, y de Manuela Vallés, la hermana numeraria, vendida en vida como esclava de la orden, sin personalidad, sin criterio, negándose a si misma para gloria de Dios.
Había leído en las críticas que la película tenía una fuerza que la hacía honda y perdurable a pesar de sobrarle muchas cosas. A mí no me parece que sobre nada; es más, creo que toda la parte onírica es necesaria para recrear lo que el guionista/director pretende presentar de la vida interior de la pobre Camino, convertida en mártir muy a su pesar.