sábado, 1 de noviembre de 2008

encuentros en el fin del mundo


En la Antártida está la parte de la humanidad que si se produce un cataclismo y la Tierra sufre transtornos climatológicos, económicos y políticos que provocan un lucha por la supervivencia, si alguien queda será alguno de los que está allí. Los paisajes, sí; la sugestión del narrador, también; los animales, por descontado; pero lo que produce el choque en este documental son los hombres y mujeres que habitan en esos lugares. Todos han pasado un proceso de selección, con experiencias que los apartan completamente del hombre medio, acomodado, de país rico. Han buscado algo diferente y han ido a parar a ese ámbito inhóspito, después de rodar por mil sitios. Es curioso el reparto del trabajo, sólo los científicos hacen de científicos: los geólogos, los biólogos, los físicos, cada uno con sus cosas. Los otros ejercen profesiones insospechadas: un filósofo conduce maquinaria; un banquero, grandes camiones; un lingüista se encarga de un vivero.

Aunque Herzog había anunciado a quines le pidieron que fuera a hacer un reportaje, que no iba a rodar otra de pingüinos, pues sí, hay pingüinos. Hay un pastor de pingüinos que lleva veinte años observando sus quehaceres, sólo le falta el cayado. Pero no puede intervenir en sus vidas, aunque uno elija un camino peligroso.

La ciudad base es McMurdo; parece una ciudad del oeste, calles embarradas, en lugar de caballos grúas, camiones gigantescos, volquetes. No hay sheriff porque parece gente pacífica. Frio siempre y a veces viento y niebla. Fuera está el hielo y sus mil formas. Lo único que nos falta es precisamente eso, sentir el frio y olerlo, lo demás lo proporciona la vista de este interesante documental.
Lo que opina Ana:
Nos lleva Herzog a realizar una visita muy especial a la Antártida. En su documental encontramos paisajes helados, fondos marinos repletos de extraños animales y, fundamentalmente, un mundo de personas extraordinarias en cuanto se salen de lo común; su elección de integrarse en los campamentos del lejano sur responde en la mayoría de los casos a razones científicas, pero hay otros que están allí en una búsqueda existencial. A todos ellos nos acerca Herzog con una cámara respetuosa y al mismo tiempo curiosa y nos habla de lo que a él le sorprende; no pretende realizar un documental de tipo el National Geographic, para eso no se habría desplazado hasta allí.
Sientes el frío muy bien ambientado en la sala, donde el aire acondicionado te dejaba heladas las orejas al tiempo que contemplabas los hielos polares.