La opción del director de cómo narrar este episodio del Holocausto es ya una elección ética. Rechaza las visiones que colocan al espectador como un testigo privilegiado que a través de distintos personajes observa la vida de todo el campo de exterminio. Rechaza también una visión heroico redentora. No hay héroes, no hay virtuosos. Hay víctimas que tratan de sobrevivir.
Elige un personaje ya de por sí poco atractivo, un "sonderkommando", mano de obra judía un escalón por encima de los demás, encargados de labores ignominiosas entre la muerte y la muerte.
La cuestión está en lo que deja fuera de campo, el horror en carne viva, y la anécdota se convierte en el asunto central. Estoy convencido que refleja mucho más esta película la realidad (imposible de vivirla realmente), pero no el acercamiento a ella para nosotros hoy, ni su enseñanza ni su rechazo. Ser purista en este caso es una mala elección. Creo yo. Desde su estreno se ha convertido en la película con mejores críticas. Conste.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Angustiosa película en el interior de
Auswitz. Tratada como un documental, la cámara avanza hostigando, late al ritmo
de los movimientos de los personajes, no se aleja, está siempre jugando con los
primeros planos relatando en primera persona, como si fuese un espía que se
adentra en el escenario del horror y quiere que te congeles al ver sus imágenes.
Puedes oler, tocar, respirar la angustia en los barracones de la muerte y la
despiadada actitud de los esclavos encargados de conducir a sus
correligionarios a la muerte y de recoger después sus cadáveres y sus cenizas.
Es otra visión de los campos, despiadada como la realidad que recrea, no hay
héroes, no hay historias redentoras, no hay esperanza. Un viaje al infierno.