sábado, 31 de octubre de 2015

Slow West. Dir John Maclean

Tiene un punto de partida raro, extraño, que choca. Un chico imberbe llega desde Escocia y se mete él solito en el salvaje oeste, con forajidos e indios, y no le pasa nada. Aparece milagrosamente un protector que a lo largo de la película irá revelando su personalidad entre inmisericorde cazarrecompensas y hermano mayor de este buen chico.
La historia se va desarrollando y como en todo western, en el viaje están los peligros, los encuentros, los personajes y la muerte siempre acechando. El recuerdo de un amor en Escocia le mueve a este joven a realizar este loco itinerario. Está tan indefenso que te parece un exotismo que a la segunda toma no tenga dos balas en el cuerpo. Este exotismo argumental se completa con la geografía del recorrido, árida, verde y la pradera final. Sabemos que se rodó en Nueva Zelanda. A Ana le gustó, le pareció un cuento.
Lo que opina Ana:
Da gusto que los directores se atrevan a seguir cultivando los géneros clásicos, siempre queda lugar para una nueva mirada en ese inmenso mundo de aventuras que es el western. En esta ocasión la épica del lejano oeste tiene un componente crítico, se cuestiona el exterminio de los indios, y el papel de las recompensas para avivar la codicia. Una doble historia contada a través de flashbacks, en la que el amor actúa de guía y acaba atrapado en la violencia más feroz. El paisaje es, como en todas las obras del género, uno de los grandes protagonistas; en esta ocasión utilizando exteriores neozelandeses para recrear las montañas de Oregón. La fotografía tiene un tratamiento romántico, es muy expresiva, va preparando los cambiantes estados de ánimo según la mirada de quien nos esté relatando cada escena, cuando se recuerda lo ocurrido en Escocia, se torna más crepuscular para abrirse a un mundo más luminoso en la inmensa soledad  de las praderas americanas. Realismo y fábula se dan la mano hasta destrozarse en un final sangriento con aspecto y narrativa de cuento gótico.