Para Jordi Costa es una película admirable, aunque arranque casi como un "cuéntame cómo pasó palestinoisraelí".
A mi me parece que se sale de madre (nunca mejor dicho) al final. El director toma decisiones narrativas muy drásticas y no fácilmente encajables en el desarrollo de la trama. Piruetas que no puedes dar por válidas. Bien que el protagonista cambie de identidad (por cierto, a su intérprete le falta fuerza para llevar a sus espaldas la película), pero que deje a su familia, se escapa de la lógica. Sirve, eso sí, para ver otro tipo de israelíes, más "majos", podríamos decir, menos fundamentalistas, y para comprobar que los palestinos están a años luz de ser iguales a los judíos en Israel.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Esta película te abre una ventana a
una realidad desconocida, te hace ver cómo es la vida dentro de Israel para la
población árabe, una importante minoría que no tiene acceso a las oportunidades
que disfrutan los judíos. No es ya hablar de las atrocidades cometidas con la
población palestina de Gaza sino de la convivencia dentro de Israel entre judíos y árabes. No se presenta como un
apartheid porque el tono en que se narra es suave, pero se dejan entrever la
marginación y el odio. El director plantea un dilema moral y lleva a su protagonista
a decidirse por la traición a los suyos para poder disfrutar de lo que le ha
sido negado por su condición de árabe.
Me ha resultado demasiado blandita, el
tema planteado exige “más madera”.