domingo, 15 de marzo de 2015

El francotirador. Dir. Clint Eastwood

Hay veces que las opiniones sobre una película son muy diferentes porque se ven de forma peculiar. A Boyero no le interesaba; en Metrópoli le daban tres estrellas. Vista con precaución (por lo que sabes de ella antes) te parece una película difícil de hacer y más para una persona que tiene ya más de 80 años. Las secuencias de guerra, de asalto, de tensión, de drama bélico están a la altura de las mejores películas sobre el tema de Irak. Otra cosa es el personaje y su idiosincracia. Como la película solo tiene un punto de vista, el del protagonista, pues es plana ideológicamente: todos los irakíes son malos, niños, mayores, mujeres y hombres. Sobre el origen de la guerra no hay ninguna reflexión, alguna más sobre sus secuelas psíquicas. Y es patriotera. Toda la secuencia final con banderas americanas ondeando en carreteras, autopistas, calles y en la fusilería final en el cementerio no es es más que un canto a la nación. Pero está bien hecha y está a la altura de las dos de la II Guerra Mundial; es mejor, más convincente y con más nervio que Invictus, aunque no tiene la doblez y la maestría de Gran Torino.
Lo que opina Ana:
Clint Eastwood  presenta en su última película la biografía del hombre que llegó a convertirse en una leyenda viva durante la guerra de Irak, Chris Kyle. Lo hace sin cargar las tintas, nos hace sentir siempre como observadores, no quiere infundirle calidez, no quiere acercarnos sentimentalmente al personaje, no se trata de tocar las fibras, sino de contar su historia, presentándolo como un hombre muy corriente, sin grandes atractivos, uno más de esos americanitos educados en los valores de amor a la patria que tanto abundan en EEUU. No tiene madera de héroe, pero se irá fraguando como tal  a los ojos de sus compañeros a quienes infunde seguridad cada vez que tienen que entrar en acción. No me conmueve en ningún momento, pero la sigo con interés porque tiene ritmo, está bien rodada y no manipula mis sentimientos. Sin duda Clint Eastwood le rinde homenaje, sin adentrarse a analizar la realidad de la guerra, no entra en ello, no nos explica nada porque no quiere hacerlo, no es ésa su intención al rodar la película, aunque claramente se posiciona junto a los estadounidenses, a quienes nunca presenta como malos y sí lo hace con los iraquíes . De forma colateral también nos habla de las heridas que la guerra infringe a los excombatientes, incapaces de volver a vivir en paz tras haber conocido el horror.