Otra película de juicios contrapuestos. Metrópoli le da una estrella. A Boyero "le deja tocado". A mi no me gustó. Partimos de una situación ya difícil: la sentencia a muerte a un cura hecha en un confesionario, aplazada una semana. Todo lo que acompaña a este punto de partida es raro a más no poder. Primero, lo anterior: el cura era un hombre casado y con una hija que cuando muere su mujer se mete a cura de un pueblo en Irlanda. Y luego lo de después: los personajes con los que convive el cura en esa semana son todos de traca: un cirujano ateo, un noble desencantado, una esposa disoluta, un negro anticolonial. Parece que en esa parroquia no hay un católico, incluso se lían a maporrazos con el cura. Eso sí hay frases ingeniosas e irónicas que muestran la brillantez o la tontuna de los personajes.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Las críticas habían sido muy dispares,
Boyero y Fila Siete hablaban de una gran película, mientras que por ejemplo
Metrópoli, la puntuaba con una sola estrella. Esa misma disparidad la experimentamos
Emilio y yo, en mi caso salí hipnotizada del cine, atrapada por la fuerza del
padre James, al que Brendan Gleeson convierte con su actuación en un titán,
mientras que Emilio decía que le parecía un fiasco y que estaba totalmente de
acuerdo con la estrella de Metrópoli. A mí no me importó nada el que los
personajes alrededor del protagonista fueran estereotipos, me metí de lleno en
esa semana de camino al calvario, la viví con la intriga de lo que pudiera
suceder, no me importó que no se dieran razones, que no se argumentaran los
hechos, la sentí más que otra cosa y me produjo emociones desgarradoras,
telúricas, de una lucha entre el bien y el mal marcada por un destino infalible
contra el que nada cabe. También me gustó el protagonismo de la naturaleza,
esas imágenes de una Irlanda rural con
paisajes poderosos que se unen a la fuerza del destino brutal que acecha
al padre James. En ese sentido volvía a
encontrar semejanzas con la capacidad
expresiva de Lars von Trier