
Que una película que tiene de fondo de sus decorados y vestuario todas las firmas de moda imaginables, que la casa que sirve de escenario tenga pinturas de Ticiano, de Pérez Villata, que la protagonista se inspire en las esculturas de Louise Bourgeois para realizar las suyas propias y liberar su mente, que esta película de trama tan especial y transgresora (hasta en el aspecto científico) termine con la frase "Soy Vicente" , dice casi todo. Explica la estrella, la simple estrella, que le da Metrópolis, y también las iracundas palabras que le regala C.Boyero. Da la sensación que se le han acabado las ideas a Almodóvar, que tenía prisa por acabar la película, que se permite cualquier cosa sin poner freno a lo que el sentido cinematográfico está diciendo que es una parida. Porque la historia en sus ramales laterales es una memez y el argumento principal te parece forzado, sin solidez argumental. La puesta en escena es marca de la casa:sofisticada, estudiada y detallista; pero en este caso no produce admiración , ni siquiera en breves momentos.
Lo que opina Ana:
Supone un auténtico patinazo esta última película de Almodóvar, de la que sólo se salvan las excelentes interpretaciones de sus protagonistas y la estética de sus imágenes; lo demás es un fracaso, la historia se le va de las manos y resulta grotesca. La aparición del "triguiño" es esperpéntica y el final, en vez de emocionante, resulta pueril e irrisorio.
Lo que opina Ana:
Supone un auténtico patinazo esta última película de Almodóvar, de la que sólo se salvan las excelentes interpretaciones de sus protagonistas y la estética de sus imágenes; lo demás es un fracaso, la historia se le va de las manos y resulta grotesca. La aparición del "triguiño" es esperpéntica y el final, en vez de emocionante, resulta pueril e irrisorio.