La referencia a la película que inició la saga es inevitable: "El planeta de los simios" (1968). Seguramente esta contiene más concesiones al espectáculo, sobre todo en la segunda parte del metraje, desde que el chimpancé César es separado de su familia de adopción (la de James Franco y su padre). A pesar de ser la parte más movida, a mi me parece la más floja. Es más esquemática y más simplona, porque presenta el avance incontenible de los simios y la maldad y tontuna de los humanos, que pese a sus medios siempre son superados por los primeros. En estas secuencias el ordendor funciona a tope, haciendo que los saltos de los monos sean inverosímiles. Incluso el papel del protagonista interpretado por James Franco peca de esta simplonería infantil: quiere decirle a César que la revolución que ha iniciado, aunque la entiende, no es la forma de hacer las cosas, como un padre a su hijo. En fin, me quedo con la primera parte de la película y con ganas de volver a ver su inspiración, la de 1968.
Lo que opina Ana:
Mantiene un ritmo creciente hasta que empiezas a aburrirte porque la película se alarga en exceso, yo no hacía más que pensar cómo iba a arreglárselas el director para contar todo lo que le faltaba, prodigiosamente consigue, sobre los títulos de crédito, rematar bien la historia.
Hay muchos guiños a la mítica "El planeta de los simios", de la que pretende ser su explicación: el mono jugando con una estatua de la libertad, una nave espacial rumbo a Marte en la que podemos presumir estaría embarcado ese Charlton Heston que acabaría atrapado en medio de una realidad aterradora, un mono que habla... en todo ello estarán las claves de aquel mundo en el que se han invertido los papeles y los simios son los amos; mientras que en El planeta de los simios se consigue provocar emoción con pocos medios, aquí, con un inmenso despliegue de efectos y recursos, falla lo esencial; uno no siente ni padece con sus protagonistas, todo parece transcurrir al otro lado de la pantalla sin llegar a conmover al espectador. Yo tuve todo el tiempo la sensación de estar viendo una película menor, como si fuera un telefilm con actores poco creíbles y diálogos sin pulir.
Lo que opina Ana:
Mantiene un ritmo creciente hasta que empiezas a aburrirte porque la película se alarga en exceso, yo no hacía más que pensar cómo iba a arreglárselas el director para contar todo lo que le faltaba, prodigiosamente consigue, sobre los títulos de crédito, rematar bien la historia.
Hay muchos guiños a la mítica "El planeta de los simios", de la que pretende ser su explicación: el mono jugando con una estatua de la libertad, una nave espacial rumbo a Marte en la que podemos presumir estaría embarcado ese Charlton Heston que acabaría atrapado en medio de una realidad aterradora, un mono que habla... en todo ello estarán las claves de aquel mundo en el que se han invertido los papeles y los simios son los amos; mientras que en El planeta de los simios se consigue provocar emoción con pocos medios, aquí, con un inmenso despliegue de efectos y recursos, falla lo esencial; uno no siente ni padece con sus protagonistas, todo parece transcurrir al otro lado de la pantalla sin llegar a conmover al espectador. Yo tuve todo el tiempo la sensación de estar viendo una película menor, como si fuera un telefilm con actores poco creíbles y diálogos sin pulir.