
Al salir del cine un matrimonio comentaba lo insufrible que había sido aguantar la pedantería de Malick, la mujer respondía:- brutal. C. Boyero cuando hizo la crítica en Cannes (23 de may0) se deshacía en elogios, sobre todo cuando en escena aparecen los personajes, el matrimonio y los tres hijos. Javier Ocaña, ahora, en el estreno en España, no se queda en menos y escribe que es una película inmensa. Y algo está ocurriendo cuando El País del jueves resaltaba que era la película más vista de la semana.
A mi me pareció larga, plúmbea por engolada, con un muy difícil encaje de lo particular (la familia) a lo general (la vida, no humana solamente, terrestre, con dinosaurios y todo). Si se hubiera quedado con el relato de esa familia de clase media en los años cincuenta, cuyo padre, Brad Pitt, quiere inculcar a sus hijos unos valores confusos de orgullo, honor y darwinismo social, y una madre dulce y protectora, habría conseguido momentos en los que las sensaciones placenteras y dolorosas que sienten los personajes, llegasen al espectador, pero al mezclar esto con lo grandioso, espiritual y misterioso de la vida según Malick, la narración pierde pie y todo se admite porque un genio se expresa.
Me pasó lo mismo que a Sean Penn, que no entendió nada de su papel, ni de la película, cuando vio a lo que había quedado reducida su participación.
El cine aguantó silencioso las dos horas largas de duración, salvo una chica a la que la tos le obligó a salir para no romper el halo misterioso.
Lo que opina Ana:
Salimos de la sala escuchando los improperios de un matrimonio mayor que, muy enfadados, calificaban la película como un ejercicio de pedantería. No les faltaba razón, contrariamente a lo que afirman muchos críticos que la colocan en un pedestal como una obra maestra. Si eliminas la carga "filosófica" y existencial y reduces el metraje a la recreación del entorno familiar de los años 50 en un pueblo de Texas, la película cobra solvencia. Sólo me interesó el efecto proustiano de la "magdalena" que aquellas imágenes conseguían evocar. Salir de ahí para aventurarse por el universo y dar saltos en el tiempo buscando no sabes bien el qué, resulta, cuanto menos, fatigoso. El propio Sean Penn declaraba no entender nada, lo que resulta normal viendo su papel en la película.
Lo que opina Ana:
Salimos de la sala escuchando los improperios de un matrimonio mayor que, muy enfadados, calificaban la película como un ejercicio de pedantería. No les faltaba razón, contrariamente a lo que afirman muchos críticos que la colocan en un pedestal como una obra maestra. Si eliminas la carga "filosófica" y existencial y reduces el metraje a la recreación del entorno familiar de los años 50 en un pueblo de Texas, la película cobra solvencia. Sólo me interesó el efecto proustiano de la "magdalena" que aquellas imágenes conseguían evocar. Salir de ahí para aventurarse por el universo y dar saltos en el tiempo buscando no sabes bien el qué, resulta, cuanto menos, fatigoso. El propio Sean Penn declaraba no entender nada, lo que resulta normal viendo su papel en la película.