miércoles, 25 de marzo de 2009

the visitor


Cuatro estrellas en Metrópolis. Jordi Costa escribiendo que "es un pequeño triunfo de la economía expresiva" (El País, 13 de marzo). Que el actor principal Richard Jankins fue finalista al Oscar por este papel. Me pareció un poco sosa, un poco tonta. Y él, inexpresivo, incluso en sus poquísimos arrebatos. ¿Qué significa la venta del piano y su afición a tocar los bongos? ¿Qué se libera? Pero la forma de llegar ahí es un tanto forzada. Aparecen unos okupas en tu apartamento y tú, sin quererlo, les das cobijo y te haces colega. En fin. Tampoco tiene mucho sentido la aparición de la madre del músico sirio. Ella, Mouna, la actriz Hiam Abbass, siempre será para mí la valiente mujer de los limoneros. Aquí no puedes creerte que aparezca como lo hace y que se haga con el corazón del frustrado profesor universitario. Si miramos su contenido social, de denuncia, también se queda a medias, porque el director no le ha dado la entidad suficiente más que en el tramo final. Muy light.
Lo que opina Ana:
Es una película que se deja ver y poco más, el guión deja aspectos sin resolver y presenta a unos seres buenos, buenos, a los que les ocurren un montón de desgracias, algo que resulta poco creíble.
El director, Tom McCarthy, no acaba de rematar los caracteres, le falta a su historia fuerza expresiva y argumental, quien más veraz y atractiva me resulta es Zainab, la novia senegalesa del joven músico sirio, es la única que mantiene una posición desconfiada, la que mira la vida con el dolor del que ha sufrido el rechazo sin dejarse embaucar por las apariencias, viviendo siempre a la defensiva; si hubiera seguido esta línea, la película podría haber llegado a ser crítica, pero de la manera en que lo cuenta, no tiene ni fuerza como denuncia de una situación tan injusta.