sábado, 28 de marzo de 2009

Los abrazos rotos


Se va a producir un camino divergente entre el público y la crítica. Carlos Boyero califica la película de onanismo mental; en Metrópolis de dan dos estrellas, eso sí, reconociendo una calidad muy por encima de la media de las películas españolas. La gente no entiende estos comentarios, acude a verla y sale satisfecha.

Yo creo que la película muestra a ratos la capacidad inmensa para hacer cine que tiene Almodóvar. Hay escenas, tomas, encuadres, composiciones que son de un superdotado. La trayectoria se corta, es tan alta que cuando se quiebra, notas la caída. ¿Cuándo? Cuando los protagonistas se marchan a Lanzarote. A partir de aquí parece como si perdiera Almodóvar la brújula; se fuerzan explicaciones que empeoran la narración. Tenemos que esperar hasta la última secuencia para retornar al goce, ver a Penélope y a la Machi recreando libremente "Mujeres..." es un placer de alta cocina.

Lo que opina Ana:
Con la avanzadilla de unas críticas muy mediocres fuimos a ver la última de Almodóvar, afortunadamente no coincidí con esas opiniones, a mí me gustó. No es la mejor de Almodóvar, pero como en todas sus películas, hay momentos magistrales y se deja ver muy bien hasta que se acerca al desenlace; en ese momento el director se pierde al querer contárnoslo todo, al querer dejar todos los hilos anudados, esta vez le han fallado las elipsis, resultando grotescas sus detalladas explicaciones. Vuelve a renacer en el epílogo, ¡magistral el diálogo entre la Machi y Penélope Cruz! en un merecido homenaje a sus mujeres al borde de un ataque de nervios.
Plásticamente me quedo con la escena del gazpacho, Penélope cortando unos rojísimos tomates mientras se le derrama una lágrima, como una gota de aceite que cae sobre uno de ellos.
El cine estaba muy lleno, con mucho palomitero y así, cuando acabó la proyección, no pudimos disfrutar del cante de Miguel Poveda , sirviendo como fondo sonoro a los títulos de crédito y despidiendo con desgarro la película.

jueves, 26 de marzo de 2009

duplicity


Otra película escogida sobre la marcha, otro desastre. Hacía tiempo que no me saía del cine, en esta ocasión nos salimos los dos. No sé como los críticos son tan ambiguos, tan oscuros. Jordi Costa (El País, 18 de marzo) empieza haciendo una comparación con Jason Bourne. Ni de lejos. Y le da al director, Tony Gilroy, una capacidad para "acertar en el centro exacto del espíritu de nuestra época". Bueno. Bien. No sé. A mí me pareció una película para televisión, igual que las que ven mis hijas, que yo miro al pasar de una habitación a otra y digo ¡qué chorrada!
Lo que opina Ana:
Sólo dos palabras: me fui; lo hice después de haberme dormido un ratito en la butaca, ¡qué peñazo de película!

el luchador


Me fui al cine cuando Ana se fue a Italia, porque a ella le habían dicho que salías harto de peleas; pero hay más cosas, muchas más. De hecho es una de las mejores películas vistas este año. La lucha es el lugar recurrente, pero no es un tratado sobre este deporte, si se le puede llamar así. Es una historia de la vida, de la dura vida de un luchador, interpretada más allá de la actuación: es una representación del camino al infierno que ha vivido Mickey Rourke. A pesar de que el sacrificio del perdedor se consuma, es un sacrificio purificador. Es decir, ha buscado dar sentido a su vida, tener lazos emocionales con las personas y sólo se encuentra respetado en el mundo de la lucha. Por eso su mensaje final se hace explícito, pero no era necesario que Randy (Mickey Rourke) cogiera el micrófono para decírnoslo. Ya escribía Carlos Boyero cuando hizo la crónica del Festival de Venecia, que el director y el actor habían encontrado algo muy difícil: el tono auténtico para que te creas a estos perdedores, para que sientas su desagarro y su miedo.

miércoles, 25 de marzo de 2009

the visitor


Cuatro estrellas en Metrópolis. Jordi Costa escribiendo que "es un pequeño triunfo de la economía expresiva" (El País, 13 de marzo). Que el actor principal Richard Jankins fue finalista al Oscar por este papel. Me pareció un poco sosa, un poco tonta. Y él, inexpresivo, incluso en sus poquísimos arrebatos. ¿Qué significa la venta del piano y su afición a tocar los bongos? ¿Qué se libera? Pero la forma de llegar ahí es un tanto forzada. Aparecen unos okupas en tu apartamento y tú, sin quererlo, les das cobijo y te haces colega. En fin. Tampoco tiene mucho sentido la aparición de la madre del músico sirio. Ella, Mouna, la actriz Hiam Abbass, siempre será para mí la valiente mujer de los limoneros. Aquí no puedes creerte que aparezca como lo hace y que se haga con el corazón del frustrado profesor universitario. Si miramos su contenido social, de denuncia, también se queda a medias, porque el director no le ha dado la entidad suficiente más que en el tramo final. Muy light.
Lo que opina Ana:
Es una película que se deja ver y poco más, el guión deja aspectos sin resolver y presenta a unos seres buenos, buenos, a los que les ocurren un montón de desgracias, algo que resulta poco creíble.
El director, Tom McCarthy, no acaba de rematar los caracteres, le falta a su historia fuerza expresiva y argumental, quien más veraz y atractiva me resulta es Zainab, la novia senegalesa del joven músico sirio, es la única que mantiene una posición desconfiada, la que mira la vida con el dolor del que ha sufrido el rechazo sin dejarse embaucar por las apariencias, viviendo siempre a la defensiva; si hubiera seguido esta línea, la película podría haber llegado a ser crítica, pero de la manera en que lo cuenta, no tiene ni fuerza como denuncia de una situación tan injusta.

háblame de la lluvia


El título, hay que reconocerlo, es lírico, evocador. No te esperas esta película sobre las cosas que se guardan dentro, las cuentas pendientes, sobre el peso de la memoria. Pero nada es tan transcendente como parece. Es una comedia con ese toque francés de las dobles apariencias, la vida rural, el inmigrante marroquí. En sí es una tontería. Carlos Boyero debió ir a verla pensando en otra cosa y la puso a caldo, con esa frase tan suya: "...no provoca ni frío ni calor" (El País, 27 de febrero). Ahora, tengo que reconocer que cada vez que entra el pasodoble, me gusta, y lo toca una orquesta de Santiago de Cuba. No sé si tendrá algo que ver que la protagonista tiene apellido catalán.
Lo que oipna Ana:
No sé si en francés el "parlez-moi de la pluie" tiene algún significado, si no es así el título resulta estúpido. La película no tiene grandes aspiraciones, resulta entretenida, "francesa" (diálogos abundantes, reuniones familiares, comidas...) perfila bien a sus personajes y les va dando carácter, tiene además momentos de humor muy bien conseguidos y todo huyendo de la transcendencia, lo que es de agradecer.

julia


Son películas que hay que tener cuerpo, voluntad y propósito de ir a verlas. Si uno la escoge porque no sabía qué ver, sale escaldado, como me pasó a mí. La comparan a "Gloria" de Cassavetes (1980). No tengo esa referencia, no la he visto. La actuación de Tilda Swinton es total, sin ella no hay película. Su personaje lo hace convincente, contundente, pero son tan inverosímiles todos los retruécanos: las idas y venidas desde un desierto a un aeropuerto, su capacidad de codearse con el hampa y con la sociedad burguesa de ejecutivos, y, sobre todo, su relación con el niño. Parece que cuanta más sal mejor, y no, no señor.
Lo que opina Ana.
Muchas pretensiones para escasos resultados. Salva la película la actuación de Tilda Swinton que acapara casi todo el metraje. Es demasisdo larga y tiene muchos defectos de guión que hacen que no te creas lo que estás viendo. Los personajes, salvo el del pobre niño, no tienen profundidad, son ridículamente contradictorios, empezando por el de una alcohólica de cine, inconcebible en la vida real, nadie así podría haber hecho jamás lo que hace Julia en la película. Lo dicho, quien mucho abarca, poco aprieta.

sábado, 7 de marzo de 2009

Che, guerrilla


No durará mucho en la cartelera. Cuando fuimos a ver la primera, la sala estaba llena; en ésta, siendo mucho más pequeña, ni la mitad. Se han equivocado los distribuidores o los dueños de los cines. No debería haber habido más de una semana entre una y otra, con el impulso de la primera llegabas a la segunda. Porque Che, guerrilla (vaya título) no tiene el halo del éxito, el fulgor de la victoria, la estela del acontecimiento histórico. Aquí el Che fracasa porque la revolución es difícil de exportar, ni crece en pocos meses, aunque las condiciones objetivas, que diría la teoría marxista, sean las propicias. Benicio del Toro actúa bien, en su línea. Pero está encerrado. La película no te informa demasiado. La chica que aparece en varios ambientes, te imaginas, pero a tu aire. También choca que la lucha de Bolivia se desarrolle entre encinas, fresnos, robles y adelfas. Son cosas menores.

Me quedé hasta el final a oir entera la canción de Mercedes Sosa y salí con un sabor amargo, porque la película no tiene la fuerza que quieres dar al personaje, y porque ves como los sueños quedan rotos. Desde ese momento El Che quedó fijado en la leyenda, mejor, tal vez, que Fidel, que ahora lo ves como un cardo seco, vestido de chandal Nike. Vaya diferencia.
Lo que opina Ana:
Dicen que nunca segundas partes fueron buenas y el refranero acierta de pleno en esta ocasión. Deseaba su estreno, ya lo dije en el comentario de la primera parte, a pesar de las malas críticas no me resistía a ir al cine a corroborar por mi misma el resultado; tengo que sumarme a la opinión general, la película es larga, sin ritmo, cansina; tienes la sensación de asistir a un fracaso, en eso sí consigue Sodebergh encontrar el tono, nos cuenta la historia de un fracaso y nos lo hace sentir. Los personajes son confusos, el paisaje monótono y poco creíble, el Che ya no brilla, parece resignado a la emboscada final, físicamente agotado, no sabemos si dolorido por estar conduciendo a sus fieles correligionarios a una encerrona sangrienta. Da la sensación de ser la puesta en escena de una historia muy documentada, pero sin brío cinematográfico.

cerezos en flor


La noche del miércoles, fría y desapacible, hizo que Ana se quedara en casa. Había bastante gente en el Roxy B asistiendo a la invitación de los Renoir. La directora, en una aceptable español, aunque ella decía que era malísimo, dio las gracias, le alegró ver la sala llena. Explicó que sin ser biográfica, había en ella momentos que le correspondían: las luces del Báltico, las flores de primavera de Baviera y la vida en Japón, donde ella estuvo "en el siglo pasado" (año 85). La comparación entre los japoneses y los alemanes tuvo su chispa: iguales de esquemáticos, iguales de brutos cuando se emborrachan.

Bueno, la película. Es, por un lado, un canto al amor entre un matrimonio mayor; y por el otro, un desolador reflejo de la distancia infinita entre hijos y padres, cuando aquéllos ya se han independizado. Hasta Japón va el marido para culminar la invocación a su mujer. Lo tiene que hacer a través de una chica japonesa, entre cerezos en flor y danzas rituales. Esta parte es un poco larga y estrambótica, pero comprensible. Es un película que no molesta, sin ser grande.

vals con Bashir


La pregunta es ¿cómo la presentó Israel a los Oscar? ¿Será que la Academia israelí es como la española cuando la guerra de Irak, enfretada a Aznar?

Estamos ante una película diferente por el formato: esos dibujos con vida interior, cargados de simbolismo, pertenecientes a una realidad que no es real, que la trasciende. Es algo extraño. No es como Persépolis, la película de la iraní Marjane Satrapi, que también empleaba los dibujos para narrar la historia de su familia y de ella misma. En Persépolis no ibas más allá de lo que magníficamente describían los personajes dibujados; aquí hay algo más. Esa mezcla entre sueño y realidad, entre fantasmas que llegan a la mente y hechos que sucedieron, se mezclan y los dibujos se adaptan perfectamente a ese estado de semiinconsciencia. Por eso, cuando al final vemos imágenes verídicas nos choca tanto, nos bajan a la realidad, que es más ruda, vulgar y ordinaria. Por eso, el director, aunque rompe la unidad de estilo, lo tenía que hacer. Muy bien.
Lo que opina Ana:
Se te encoge el corazón desde la primera imagen, en la que unos perros asesinos recorren una ciudad casi fantasma en busca de su presa. Esta película de animación tiene una fuerza desgarradora, expresionista, sus dibujos son enormemente efectivos en la denuncia del horror y la sinrazón de la guerra; pesadilla y realidad se confunden en este relato que nos habla de la recuperación de la memoria por antiguos combatientes israelíes en la guerra del Líbano, que vivieron la masacre cometida en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila. Está cargada de verdad y resulta estremecedora. Al final, los protagonistas animados se funden con la imagen real, la de carne y hueso, la imagen documental del dolor tras las matanzas de Sabra y Chatila.

gran torino


Nos invitó al preestreno mi compañera Helena, que había llegado a tiempo al anuncio de Radio 3 y luego no pudo ir. El cine estaba lleno. Tolentino fue breve, dijo algo de que la productora no había permitido a unos músicos interpretar fragmentos de la banda original.

A pesar de que abundaban los cucuruchos con palomitas, no tuvimos ninguno cerca y vimos tranquilos esta buena película.

Es del estilo de Million Dollar en cuanto al papel protagonista que se reserva Clin Eastwood. Un hombre duro, desencantado, pero valeroso y arriesgado, dispuesto a dar a otros lo que él puede tener, aunque cueste mucho sacárselo. Las tres anteriores películas suyas, aunque muy diferentes entre sí, sobre todo las de Iwo Jima con El Intercambio, tenían un defecto común: estaban como encorsetadas, eran frías. Había demasiado estudio en los planos, en las composiciones, en el desarrollo del argumento. Eran obras de laboratorio. En Gran Torino la película vibra. Han dicho desde EE. UU que hay cosas no verosímiles en las costumbres de los hmong. No lo sé, pero por esta película los he descubierto y me los creo. Igual que el sacrificio cristiano que el católico polaco no practicante que encarna Eastwood hace al final. Has compartido con este personaje su desolación por la familia que tiene y comprendes que en estos "amarillos" ha descubierto la forma de expiar sus remordimientos de la guerra de Corea. Buen cine.
Lo que opina Ana:
¡Grande, grande, grande! Clint Eastwood filma una película perfecta, no le falta nada, consigue emocionarte. Lo que en principio parece la historia de un tipo duro, racista y detestable, se va convirtiendo en una película épica, llena de valores, valiente y solidaria.
La vimos en una sesión de preestreno organizada por el programa de Radio 3 "El séptimo vicio", yo me quedé anclada en la butaca, imantada a la pantalla, sin ningún deseo de salir de allí, con un nudo en la garganta y con la sensación de haber visto una obra de arte, suscribiendo las palabras que luego escribiría en su crónica Carlos Boyero: "no se muera nunca Señor Eastwood"