sábado, 31 de enero de 2009

cuscús


Es una historia bien contada, un poco larga y a veces, al principio se nota más, con unos movimientos de cámara bastante bruscos cuando se retratan reuniones en grupo en lugares cerrados. La carencia está en el padre y protagonista. Un hombre casi mudo y tampoco dotado de una gran fuerza dramática. Todo se desenvuelve a su alrededor con agitación y sentimientos a flor de piel, menos él, apocado y silencioso. En este retrato de los franceses de origen tunecino, liberados de las ataduras del islam, las mujeres tienen un papel determinante: vitales y resolutivas, son ellas las que llevan las riendas de la vida. Lástima que al final el director decida optar por el fracaso, aunque la puerta queda abierta a la esperanza, si el espectador asío lo prefiere.
Lo que opina Ana:
Una película con una buena historia que contar, la de una de las comunidades de los nuevos franceses, la de los inmigrantes norteafricanos ya asentados en la segunda generación, pero que siguen manteniendo unas costumbres y unos vínculos que los hacen diferentes ,al tiempo que les dan sus señas de identidad.
Es larga pero se ve con agrado, presenta muchas realidades enmarcadas en los fuertes y especiales vínculos familiares de los protagonistas: el respeto a la figura del padre, la soledad, los sueños de mejorar, la necesidad de integración sin renunciar a las raíces, las disputas familiares, el machismo, el racismo, y ante todo la fuerza de la tradición vista como algo positivo, con capacidad de integrar más que de separar. El final queda abierto aunque parece muy incierto y nos muestra que Francia ya no es de un solo color, sin entenderlo no puede haber futuro para ninguno.
Ha nacido una nueva estrella, la de la joven actriz revelación Hafsia Herzi.