sábado, 31 de enero de 2009

revolutionary road


Más accidentada imposible. Llegamos tarde (y no hay cosa que más me moleste, y a los que ya están sentados, también) y a poco del final (estábamos en la última fila, en las dos butacas del extremo que da a la puerta de salida) se acerca un hombre por el pasillo, no encuentra la salida, está perdido, se agarra a las butacas, se dobla y se cae e inmediatamente empieza a respirar con dificultad. Salimos unas cuantas personas a avisar a los acomodadores; mientras estuve fuera creo que el hombre gritó. La proyección siguió, pero cuando volví a sentarme en mi butaca (el hombre se había recuperado y, pálido, lo llevaban a los lavabos) ponían los títulos de crédito. Así que no puedo decir mucho.

Me pareció que lo que desencadena la tragedia tiene una apariencia pequeña, incluso infantil. Qué está muy bien ambientada e interpretada (aunque a Di Caprio no lo veo en el papel, no sé bien que representa), pero que se desarrolla desde un punto de partida dramático bastante débil: esa insatisfacción pertenece a la adolescencia. Las alabanzas a Kate Winslet han sido unánimes. Pese al poder de los actores, el conflicto necesita un visionario que lo diagnostique, como si ellos no fueran capaces; es ese vecino matemático, loco, que sabe ver más allá de las apariencias. Otra muestra de la debilidad del argumento de partida.
Lo que opina Ana:
Llegamos al cine el día del estreno muy justos de tiempo; la taquillera no nos avisó, pero ya había empezado, eso condicionó una visión incómoda. Nos sentamos en la última fila, la gente seguía llegando e incordiando, es inadmisible que ocurra esto por sistema.
Yendo a la película, la historia me pareció insustancial, las penurias de un matrimonio fracasado por mirarse en exceso al ombligo, que comprueban que sus expectativas de lograr ser diferentes, especiales, no existían porque realmente no lo eran. Eso puede frustrar, especialmente a quienes necesitan una terapia para encajar en esta vida, como le ocurre a la protagonista.
Lo único que me gustó fue la ambientación, impecable la recreación de la época, a veces, tuve la impresión de estar viendo imágenes ya conocidas, como la de los ejecutivos bajando las escaleras hacia los andenes del tren en hora punta, remedo del "Acorazado Potenkin", imagen poderosa, de las que se graban en la retina.
El final de fiesta nos lo dio el desmayo de un espectador que se desvaneció a mis pies buscando la salida, Emilio se lanzó a la búsqueda de ayuda, la proyección continuaba como si nada pasara en la sala...realmente salimos con la película atragantada.