sábado, 22 de noviembre de 2008

la boda de rachel


La boda de Rachel se ve bien. Es un poco desmesurada en su desarrollo; esa boda es eterna, interminable, aburrida, parece que está pensada para que estallen los conflictos delante de un auditorio numeroso, a la manera de las tragedias griegas. También es desmesurado el papel de Kym (Anne Hathaway), es como si en cada escena que apareciera tuviera que dar una sorpresa y montar un numérito. Pero partiendo del origen de la historia, todo tiene su lugar. Y no llega a ser tan brutal como Celebración, no esconde ningún abuso inconfesable. Hay una culpa muy grande que hay que expiar y eso cuesta mucho. Curiosa la imagen interracial de los EE. UU. El padre de la novia es el personaje más tierno. Merece que al final salga todo más o menos bien.
Lo que opina Ana:
La boda de Rachel, la hermana buena, convocará a todos sus amigos y familiares, todo tiene que resultar perfecto y rezumar felicidad; pero la vida no es de color de rosa y la llegada de la hermana descarriada con todas sus oscuridades abrirá frentes difíciles, volverán a sangrar las antiguas heridas mal cicatrizadas.
Lo que más sorprendente me ha parecido es una visión de unos EEUU sin racismo, donde se acepta maravillosamente una boda interracial sin ningún prejucio, una familia blanca, blanca, se une a una negra, negra con la misma alegría que si no hubiera diferencias de color y la llegada de un nieto mulato se considera una bendición, ¡ojalá fuera ésa la realidad! Creo que deben estar muy lejos de conseguirlo, pero me parece muy bien que se presente como algo normal. Me ha parecido entretenido el estudio antropológico de la boda, ver sus ritos como una observadora perpleja ante la importancia que conceden a todos los preparativos y el enorme papel que tiene la palabra, todos tienen que hacer discursos, tratar de ser ingeniosos, tiernos, elocuentes, cariñosos...
La parte dramática es la que resulta más débil, se juega demasiado con sentimientos extremos cayendo en contradicciones, no se puede pasar en dos minutos del odio recalcitrante al amor generoso,como ocurre entre las hermanas; aún así, la historia se desarrolla con un buen ritmo y es clara.

nosotros alimentamos al mundo


Me gustaría que este documental lo vieran alumnos de la ESO, aunque tengan que tragarse las numerosas entrevistas. No tengo claro cuál es el mensaje ¿que producimos demasiado?¿qué esquilmamos los recursos?¿qué no consumimos productos naturales?¿qué el mundo está mal organizado? Esta parece la idea más prendida. Sólo con ver esos camiones vomitando pan atrasado te quedas helado. Las imágenes son increibles: la de los invernaderos (de esa chispa nació este documental), la del pescador francés, la de los agricultores rumanos que todavía van en carretas, la de Brasil y la desforestación de la selva, pero la más espectacular es la del criadero y matadero de pollos. Ver todo el proceso que acaba en esas asépticas bandejas de pollo que vemos en los supermercados, es como descubrir algo que intuyes pero no quieres saber. Por eso la parte final con el director general de Nestlé queda ujn poco sosa, visto lo visto antes.
Lo que opina Ana:
Este documental tiene algunas imágenes que se graban profundamente en la retina, difícil olvidar la de los desechos diarios de pan en Austria, las de la granja de pollos con su trabajo infernal de auténticos asesinos programados, las de las miserias de los trabajadores inmigrantes de los campos de plástico almerienses...frente a algo tan repulsivo, tan poco humano, el trabajo del pescador bretón es reconfortante, huele a frescura, te comerías desde la pantalla todas las exquisiteces que arranca al mar, pero es el suyo un oficio en extinción, nuestra capacidad depredadora ha hecho germinar una industria alimentaria que poco tiene que ver con el trabajo artesanal y con una extracción equilibrada; ya no se trata de declararse vegetariano, defensor de lo natural, las verduras y hortalizas tampoco lo son ya, estamos bajo el imperio de los transgénicos y esa es una realidad difícil de invertir.
La película reflexiona sobre esta sobreexplotación de la naturaleza, sobre el desigual reparto de los alimentos, sobre tantas incongruencias que hacen que por un lado se despilfarren los sobrantes, y por otro se atenace la capacidad productiva de los países pobres, incapaces de competir con los productos industrializados del mundo rico. Parece que algo nos queda, seguimos teniendo el poder de compra, en nuestras manos está, como consumidores, el poder de invertir esta loca situación actual.

el abogado del terror


En la crítica que hace Carlos Boyero (El País 17 de oct. 2008) confiesa que le da mucho miedo "este pulcro y cultivado señor".

Se nota el dominio y buen manejo del director de los recursos cinematográficos existentes sobre esos cuarenta o cincuenta años que ven lo que hace este abogado. Es probable que en algunos master de Derecho se estudie el método "Vergès". Para algunos profesionales del Derecho puede ser una referencia, no por la pureza de sus ideas, sino por el uso de la palabra para enfangar, torcer y confundir cualquier proceso. Los jesuitas podían haber sido sus maestros, con esa práctica tan común en sus estudios de argumentar por argumentar, aunque fueran cosas disparatadas (la escolástica). Lo que ocurre es que Vergès no trata cuestiones nimias, hay personajes tremendos, ligados de una u otra manera, por una u otra razón, al terrorismo. Él parece desenvolverse bien, con ese aroma como dice Boyero, entre cardenalicio y maquiavélico. En el desarrollo de la narración te pierdes a veces, pero una idea poderosa queda fijada en tu mente: el tremendo poder que tiene el terrorismo para desestabilizar el Estado. Ves la calle después de una bomba y sientes el olor del desastre y el desconcierto que allí ha provocado la fragmentación extema de la destrucción. ¿Quién es este tipo? Alguien de otra dimensión. Menos mal que se ha quedado en abogado y no ha entrado en la política.
Lo que opina Ana:
Demasiado larga para soportar tanto plano fijo de diferentes personajes. Resulta muy confusa, te pierdes entre los vericuetos de la vida de este, como poco, peculiar personaje que es el abogado Vergès. Lo que más podría haberme interesado, el relato histórico, la reconstrucción de un tiempo cercano y muy interesante, especialmente todo lo referido a la descolonización, me sigue dejando perdida, no soy capaz de seguirlo con claridad.
Las críticas han sido excelentes, no puedo comprenderlo, ¿cómo algo tan difícil de seguir puede convertirse en un documental de culto? Quizá para los eruditos del tema, los especialistas en política internacional y terrorismo, sea una película apasionante; para los que no dominamos la época, a los que sólo nos suenan algunos nombres, la película nos confunde y a mí, particularmente, me irrita a veces.

las horas del verano



Escribía J. Ocaña en El País (14 nov. 2008) que estamos ante una obra mayor contenida en una aparente pieza de cámara. Últimamente llega bastante cine francés a Madrid y casi todas las películas tienen interés, ésta tal vez la que más. Me llamó la atención que la propuesta inicial para hacer la película parta de un Museo (D'Orsay), que lanza el envite a varios directores para que inventen una historia relacionada con el arte y ese museo; de tal iniciativa salen dos películas, una de ellas la de Oliver Assayas. El director confiesa que el guión lo escribió cuando fue consciente de que su madre no viviría mucho tiempo. Mezclando todo sale una película muy francesa, aparentemente ligera, pero con un reflexión de fondo importante. Sientes el paso del tiempo, lo efímero de nuestra experiencia, los sentimientos agazapados que de repente surgen de los más hondo y muestran el dolor de la pérdida, de las personas y de las cosas (más sentidas las lágrimas de la nieta que las de alguno de los hijos). Todo se desenvuelve en un ambiente de refinamiento. Francés absolutamente. Pero el mundo moderno dispersa a la familia, cosa impensable una o dos generaciones antes, y los bienes que se creen impercederos acabarán en manos ajenas. La casa es la gran protagonista de la película, y su dueña el último testigo de una forma de vida que está camino de desaparecer. Es triste porque te das cuenta que el tiempo es inaprensible. La experiencia de la madre sin querer te viene a ti y te deja instalada en tu cerebro la pregunta ¿qué será de mi casa de Piedrahíta cuando yo no esté?
Lo que opina Ana:
Otra película marcadamente francesa con diálogos, encuentros en torno a una mesa y análisis, en este caso, de lo efímero de las cosas. Una familia burguesa de intelectuales y artistas llega al fin de una etapa con la muerte de la madre, con ella desaparecerá el núcleo de la colmena, se cerrará una época y los objetos, ligados a esa vida que ella pudo mantener mientras vivió, dejarán de tener sentido. Veremos lo que interesa a cada cual, como sólo uno de los hermanos querría que nada cambiase, que la vida siguiera fluyendo como siempre y poder transmitir a las generaciones venideras lo que él ha conocido y amado.
Están muy bien perfilados los personajes, te enternecen los sentimientos de los que sufren por ver desaparecer un tiempo que fue bueno; la fiel Eloise, Frederic, el primogénito, a quien le cuesta resignarse a deshacerse de todas las huellas del pasado, incluso su hija adolescente es capaz de mostrar esos mismos sentimientos desenmascarándolos; pero hay que entender también a los desapegados, a los que quieren vivir sin raíces, o crearlas en otros lugares, que sean propias y no heredadas.
Film melancólico, en el que yo siempre me sentaría junto a los conservadores, querría ser como la hiedra aferrándome a cada centrímetro de los muros de esa casa llena de imágenes, sueños, recuerdos, olores, siento, mientras la veo, la pena del abandono como si fuera parte de la familia.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Sólo quiero caminar



Lo que opina Ana:
No me ha gustado nada esta película de malotas sin sentido, de mujeres con los peores comportamientos masculinos, de forajidas sin rumbo. Para colmo el director quiere hacerla heredera de su magnífica "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto", mejor es que no hubiera hecho ninguna referencia a ella y que no pretendiera recuperar a alguno de sus personajes para convertirlo en humo, despojándolo de toda la hondura que había logrado crear años atrás.
Sólo se salva la música de Camarón cerrando la película, lo demás es detestable. No se componen los personajes, están vacíos, únicamente el de Gabriel parece tener una mínima hondura psicológica; hay una exhibición de violencia gratuita. Quiere ser una película de acción y se convierte en un quiero y no puedo.
Según Emilio:
Tardé en darme cuenta de que no íbamos a llegar a ninguna parte, que esta película acabaría cegada en la trama, a pesar de tener un guión brillante y una buena caracterización individual. El perplejo espectador al principio va de un lado a otro, te recuerda la serie de Bourne, con esa localización espacial y temporal subtitulada. Los personajes aparecen en un registro tan alto (el atraco de las mujeres, la recepción sexual a los mexicanos) que es muy difícil hilvanar lo que sigue y mantener la coherencia del discurso, incluido el abuso del fondo musical (esas palmaditas de acompañamiento al atraco mexicano suenan cañís). Ahora lo que riza lo sublime es todo lo que tiene que ver con el chico, el hijo de Victoria Abril. El anticlimax total, el cliché absoluto. En fin, cine bien hecho, película fracasada en su conjunto. El final es una muestra perfecta: queda muy rompedor, pero no conduce a ninguna parte; hasta la tensión se ha perdido. Y eso sin discutir el prototipo de mujer que sale triunfadora, que a Ana le ha molestado bastante.

sábado, 1 de noviembre de 2008

la comedia de la vida


Ana dice que es una de las mejores películas que ha visto ultimamente (y no quería ir, desconfiaba de lo que había leido). Bueno, creo que no es para tanto. Es una película distinta, para cinéfilos. Es lenta, pero no aburrida, como no tiene trama, sino que tiene "tema" puede que la gente se quede un poco perpleja. Algunos personajes tienen varias apariciones, como la señora que pide a su novio punky que se vaya y se lleve a su propio perro; como la chica que se enamora de Micky, el guitarrista y cantante de un grupo de música (me gustó la escena de la casa-tren, que se mueve como un vagón y también me gustó el blues que toca Micky).

Todas las escenas son a plano fijo, no hay movimiento de cámara y todos los escenarios están muy cuidados, son fríos, de colores apagados, verdosos de lago sucio. Los personajes se parecen a las figuras expresionistas de Grosz, de Kirchner, pero sin color, pálidos. El director quiere hacernos reflexionar sobre cómo pasamos la vida, menos mal que aplica generosamente el humor en esta reflexión, y una buena música, poco noruega o sueca.
Lo que opina Ana:
El director sueco Roy Andersson perfila composiciones pictóricas en cada una de sus escenas y se acerca con tristeza y humor a situaciones cotidianas en la vida de unos personajes cargados de soledad; contra ella se rebelan unos, otros la aceptan o incluso desean.
Se mueven los personajes en un paisaje urbano desolador, frío, impersonal; se observan unos a otros sin llegar a tocarse; sólo en sueños se consigue algo de calidez, como en la escena de la habitación-tren del onírico y romántico viaje de novios del rockero y su enamorada.
Juega con el absurdo y recuerda en algunos momentos a Buñuel. Gran cine.

encuentros en el fin del mundo


En la Antártida está la parte de la humanidad que si se produce un cataclismo y la Tierra sufre transtornos climatológicos, económicos y políticos que provocan un lucha por la supervivencia, si alguien queda será alguno de los que está allí. Los paisajes, sí; la sugestión del narrador, también; los animales, por descontado; pero lo que produce el choque en este documental son los hombres y mujeres que habitan en esos lugares. Todos han pasado un proceso de selección, con experiencias que los apartan completamente del hombre medio, acomodado, de país rico. Han buscado algo diferente y han ido a parar a ese ámbito inhóspito, después de rodar por mil sitios. Es curioso el reparto del trabajo, sólo los científicos hacen de científicos: los geólogos, los biólogos, los físicos, cada uno con sus cosas. Los otros ejercen profesiones insospechadas: un filósofo conduce maquinaria; un banquero, grandes camiones; un lingüista se encarga de un vivero.

Aunque Herzog había anunciado a quines le pidieron que fuera a hacer un reportaje, que no iba a rodar otra de pingüinos, pues sí, hay pingüinos. Hay un pastor de pingüinos que lleva veinte años observando sus quehaceres, sólo le falta el cayado. Pero no puede intervenir en sus vidas, aunque uno elija un camino peligroso.

La ciudad base es McMurdo; parece una ciudad del oeste, calles embarradas, en lugar de caballos grúas, camiones gigantescos, volquetes. No hay sheriff porque parece gente pacífica. Frio siempre y a veces viento y niebla. Fuera está el hielo y sus mil formas. Lo único que nos falta es precisamente eso, sentir el frio y olerlo, lo demás lo proporciona la vista de este interesante documental.
Lo que opina Ana:
Nos lleva Herzog a realizar una visita muy especial a la Antártida. En su documental encontramos paisajes helados, fondos marinos repletos de extraños animales y, fundamentalmente, un mundo de personas extraordinarias en cuanto se salen de lo común; su elección de integrarse en los campamentos del lejano sur responde en la mayoría de los casos a razones científicas, pero hay otros que están allí en una búsqueda existencial. A todos ellos nos acerca Herzog con una cámara respetuosa y al mismo tiempo curiosa y nos habla de lo que a él le sorprende; no pretende realizar un documental de tipo el National Geographic, para eso no se habría desplazado hasta allí.
Sientes el frío muy bien ambientado en la sala, donde el aire acondicionado te dejaba heladas las orejas al tiempo que contemplabas los hielos polares.

Camino


Esta película provoca un rechazo inmediato, inevitable, directo contra los guías religiosos que sin descanso persuaden y consiguen, anulan y conducen, absorben y eliminan las voluntades, las mentes, los cuerpos, las vidas. Pero más allá del OPUS, esta película es una invitación a olvidar a dios, al dios cristiano, tal vez a cualquier dios. Todo el sufrimiento, todo el dolor, todo el sacrificio se hace a beneficio de dios, en su honor. Los altares de la muerte están ardiendo para su gloria.

Fesser hace una película valiente y, además, bien contada. Para ello cuenta con tres pilares: la niña, Nerea Camacho, Camino, mejor cuanto más enferma está, la pobre; la madre, Gloria, Carme Elías, vigilante e inductora, implacable, ciega en su fe. Y el capellán del Hospital de Navarra, Don Luís, Jordi Dauder, sinuoso y eficaz, pero con matices, no como el otro cura, el de Madrid, que funciona más como una caricatura.

No creo que el mundo de los sueños desdibuje la narración. Cuando vi el avance, ver a ese ángel un poco ridículo me asustó, pero en la película está bien incluido ese mundo, el de la pesadilla del ángel custodio, y el simpático de Mr. Meebles. Si creo, al igual que C. Boyero, que el desenlace se alarga demasiado, sobre todo con lo que sucede en Madrid; ese niño se queda solo, abandona el escenario y todas las miradas que recaen en él, lo aturden. Es Jesús. Me queda la duda de si en la historia real también existió y si tuvo esa relevancia. De ser así, los sufrimientos de la niña serían mucho más humanos.
Lo que opina Ana:
Parece imposible que en nuestros tiempos sigan existiendo fanáticos e integristas como éstos; es algo anacrónico y que da miedo. Sin embargo, lo esperanzador es que sin duda el peso porcentual de sectas como el Opus, al menos en nuestro entorno, ha declinado enormemente, nada que ver con mi infancia y adolescencia donde "la obra" estaba en plena expansión y controlaba gran parte de la vida política, económica y social del país.
En la película uno se acerca a la realidad de una organización que ya no es tan altiva, que necesita esconderse, que no tiene la aceptación del sistema y la ve como un monstruo capaz de devorar lo mejor del ser humano. Y entre todos ellos, brilla con luz propia la estrella de la película, la actriz Nerea Camacho, ¡qué fuerza le da a su papel! Junto a ella, impecables las interpretaciones de Carmen Elías, la madre castradora, abducida por "la obra"; y de Mariano Venancio, el padre convertido en un pelele, al que le van arrebatando todo lo que quiere, y de Manuela Vallés, la hermana numeraria, vendida en vida como esclava de la orden, sin personalidad, sin criterio, negándose a si misma para gloria de Dios.
Había leído en las críticas que la película tenía una fuerza que la hacía honda y perdurable a pesar de sobrarle muchas cosas. A mí no me parece que sobre nada; es más, creo que toda la parte onírica es necesaria para recrear lo que el guionista/director pretende presentar de la vida interior de la pobre Camino, convertida en mártir muy a su pesar.