jueves, 17 de enero de 2019

Roma de Alfonso Cuarón

Lo que opina Ana:
Cuarón compone una obra maestra, en la que nos hace disfrutar de un viaje a su infancia, ofreciéndonos continuamente la magdalena de Proust mientras recorremos sus recuerdos. La poesía aflora en las imágenes en blanco y negro, en los silencios y en las palabras. Hay momentos dulces y otros muy amargos. El guión está compuesto con perfección, los personajes responden maravillosamente y dan vida a un mundo desaparecido salvo en los recuerdos.
La cámara se mueve con maestría, desde los planos psicológicos a los travellings y es capaz de contar sentimientos y representar una realidad social y política muy convulsa. Le gusta la repetición, y el introducir varias escenas en un mismo plano, contarnos varias historias a la vez. Juega con los ritmos con gran acierto, y adapta el relato según utilice espacios cerrados, más íntimos y los espacios abiertos, más descriptivos de la realidad sociológica del país.
Hay momentos extraordinarios en la película, como el de la escena en la azotea de la casa entre Cleo y el pequeño Pepe, o la descripción de la fiesta de fin de año en la hacienda, la de la carga contra el movimiento estudiantil y la posterior llegada al paritorio, por citar sólo algunas.
Hay homenajes, a las mujeres de su infancia, al cine, al mundo aeroespacial, se hacen continuas referencias a los aviones y al espacio y casi podríamos decir que su historia son recuerdos de un patio, como le ocurría a Machado. El director se ha enfadado mucho porque en España, las distribuidoras han decidido subtitular la película en español, algo realmente innecesario, salvo cuando hablan las criadas entre sí en su lengua. No hay ninguna dificultad para entenderla, seguimos hablando el mismo idioma, enriquecido por los modismos de cada región.