La película está basada en el libro de
Ron Stallworth, personaje real, un policía negro que en los años 70 se infiltró
en el Ku klux klan desdoblándose con un compañero blanco. Nadie mejor que el
combativo Spike Lee para acometer el llevar a las pantallas esta historia, lo
hace marcando la tremenda contradicción de base del argumento y explota su
parte cómica, nos relaja, nos hace reír, pero acaba volviendo a la realidad y
recordándonos que el asunto no tiene ninguna gracia. El ritmo es perfecto, las
actuaciones también, John David Washington y Adam Driver crean una pareja
antológica. De obligada visión.