martes, 27 de febrero de 2018

La forma del agua. Dir. Guillermo del Toro

Es entrar en un universo especial, entrar en un cuento. Personajes malos, personajes buenos, personajes mágicos. Todo minuciosamente reconstruido como cuando a los niños hay que darles detalles precisos para que sitúen lo que les vamos a contar. Ambientes, objetos, luces... todo medido cuidadosamente. Puede que la historia, un ser marino inclasificable hecho prisionero y torturado, y la época, la Guerra Fría, no tengan el engarce sólido de "El Laberinto del Fauno". Pero aun así, la película está llena de magia, de inocencia y de amor (y de odio). Eso, un cuento.
Lo que opina Ana:
Cuidada recreación de la atmósfera de finales de los 60, una vuelta al corazón de la guerra fría en una ciudad costera de los EEUU con un laboratorio  en el que se experimentan ocultos secretos de estado y en el que trabajan además de los científicos, militares, guardias de seguridad, secretarias y un amplio espectro de personal, dos mujeres de la limpieza que van a ser el alma de la película, una Blancanieves mudita y una dicharachera y protectora mamy Panchita. Su vida rutinaria se romperá con la llegada de una carga top secret, un monstruo anfibio capturado en el Amazonas, se convertirá en la presa de una actividad de contra espionaje por parte de los rusos; descubriremos así  a todos los protagonistas, habrá un malo remalo, contra  un monstruo divino y sanador  y entre ellos florecerán los buenos de a pie, los desposeídos, capaces de ver el bien donde los poderosos no lo ven.
Es un cuento oscuro, las luces lo son, es un cuento acuático, el agua se apodera de los protagonistas y los redime, es un cuento en el que los humillados recobran su valor. No llega a tener la redondez de El laberinto del fauno, pero sí comparte su espíritu. El guión está bien hilvanado y la historia  se deja contar a su ritmo. No sé si Sally Hawkins podrá apoderarse de la estatuilla dorada del óscar este año, tiene rivales muy poderosas, pero borda su interpretación.