Primera película del año. Está bien que sea de Woody Allen, aunque no me haya gustado demasiado. Está en el grupo de las aceptables. Ha hecho tantas películas que ya casi hay que agruparlas.
Es un poco misteriosa la afirmación de Diego Salgado (Guía del Ocio) al referirse a la película como"...un complejo ejercicio metadramático de ficción que, probablemente, sea reivindicado en el futuro". Hoy a mi me parece una película mecánica, lastrada por la forma de narrarla a través de una persona que la cuenta desde dentro, es decir, como personaje, Justin Timberlake, que impide que la figura principal, Kate Winslet, desarrolle su frustrante historia sin que nadie la guíe y conduzca. Ella debería contar su propia vida, en tal caso.
Han escrito que es muy teatral, que la luz del fotógrafo Vittorio Storaro es un personaje más. Lo que me da lástima es comprobar que la película está dibujada desde el principio, que sabemos lo que va a ocurrir. A eso me refiero al decir que es una película mecánica. Incluso el niño incendiario, que hace el papel de la conciencia insumisa ante lo que le rodea, debería recibir más atención.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Con
su nueva película ya filmada llega la penúltima de Woody a las carteleras
madrileñas. Vuelve a ser una obra muy menor en la que los caracteres no tienen
gran recorrido, es muy teatral y juega
mucho con la luz en sus composiciones. Las dos mujeres protagonistas son lo
mejor de la película, los demás no tienen fuerza. Le falta chispa y sólo se
queda con el lado amargo, la visión decadente de una vida sin futuro.