Es un alarde de aproximación entre arte y cine. Primero se rueda la película con actores y luego se colorea cada fotograma, dándole un aspecto de pintura, además al estilo Van Gogh. En total, 65.000 cuadros pintados. La tendría que volver a ver para valorar un poco mejor tanto la película como los cuadros que la forman. Los dos directores, ella polaca y él inglés, nos presentan a Van Gogh en su últimos días, poco antes de su muerte. Desde ese momento se vuelve la vista atrás cuando algún personaje nos habla de él (en esos casos cambia al blanco y negro). Para darle un aspecto de mayor misterio se inicia la historia con una especie de investigación para aclarar su muerte, no pudo hacerlo él, tuvo que ser otro. Viajamos al universo local, cerrado, suspicaz y provinciano de Auvers-sur-Oise. Dos pegas. Choca que el rudo hijo del cartero de Arles sea el protagonista, y defensor del honor del pintor, y la otra, peor, que hablen en inglés. Hace daño al oído, es como si estuviera doblada.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Titánico trabajo de realizar una
película pintada fotograma a fotograma para recrear los cuadros y la vida de
Van Gogh. Hay que dejarse llevar por la belleza de las imágenes, aunque a veces
el fulgor puntillista de los cuadros acaba mareando un poco.