Funciona el boca oído y la sala estaba llena. Es una película desmesurada, acumulativa y un poco repetitiva. Cuenta con una actriz a la que le dejan hacer lo que quiera y ella es la que mantiene todo el entramado: Valeria Bruni-Tedeschi. Parece, en los títulos de crédito, que quiere el director denunciar la situación de los centros psiquiátricos en Italia (cerrados desde 2005). No queda claro esto. De cualquier forma, la residencia donde están las dos protagonistas, origen y final de la película, parece más una casa de acogida, un centro de jardinería y una villa palaciega que una cárcel hospitalaria.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Valeria Bruni-Tedeschi vuelve a
demostrar que es una actriz de raza, casta y porte, sólo por verla a ella vale
la pena filmar y montar esta película, Micaela Ramazzoti la acompaña y le sigue
el juego, aunque todos quedan empequeñecidos ante la gran dama de la escena. La
historia tiene momentos, a mí me gusta más la primera parte, el mundo de
Villabiondi, el dominio de Beatrice (la Tedeschi) sobre las otras internas.
Cuando salen al exterior, la realidad se desmadra, aunque hay momentos fantásticos
como la cena en el restaurante o la visita de Beatrice a su antigua casa. Se
hace demasiado explícito el pasado de Donatella (la Ramazzoti), algunas elipsis
habrían venido muy bien y los personajes que la acompañan, especialmente ese
padre aparecido por arte de birlibirloque desentonan mucho, aunque es de
agradecer la contribución de su personaje para incluir la maravillosa “senza fine” como leitmotiv
musical de la película. A mí me gustó más “el capital humano”, película más
redonda, aún así la firma de Paolo
Virzi garantiza un cine comprometido, de denuncia, capaz de
meter el dedo en la llaga.