Llegamos tarde, unos minutos, porque creíamos que empezaba a las 6, 15 y era a las 6,10. Rabia me da. Sólo había una sesión. Veremos lo que dura.
Es una obra magna de montaje, a lo que hay que unir la calidad de las imágenes y lo interesante de las historias que se cuentan, que cuentan esos cientos, miles de voluntarios que el 24 de octubre de 2015, desde todos los puntos del globo casi, nos abrieron la pantalla a su vida, sus cuitas, sus deseos y alegrías. Para anclar las historias las agrupa en bloques, que van en parte unidas al transcurrir horario del día, y repite la intervención de un grupo de personas que dan bien ante la cámara y que cuando nos hablan nos engancha su minuto y medio de celebridad. Interesante, entretenida y sorprendente. ¡Cuántos cineastas anónimos hay en España y qué bien lo hacen! La música de Alberto Iglesias sobresaliente.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Con la rabia de habernos perdido el
comienzo de la película por despiste, comenzamos a verla con desasosiego; hubo
que olvidarse de ese mal comienzo para dejarse llevar por el montaje de todos
esos vídeos caseros, engranándolos de manera que fueran teniendo un estilo narrativo,
en el que juega un gran papel la banda
sonora de Alberto Iglesias. Es una experiencia curiosa, cercana, cooperativa y
que logra plasmar aspectos de nuestra realidad. De entre todos esos vídeos, me
quedo con la imagen de un pequeñín que apenas se mantiene en pie, pero que está
hipnotizado por un rayo de luz que entra en el cuarto de baño y que él quiere
agarrar.