Fresca, romántica, crítica,
conmovedora. Un musical trazado a través de una historia muy bien hilvanada que
va tomando los parámetros de un cuento. Además de todo esto es un retrato, una
radiografía de la sociedad irlandesa de
los 80. En los días sin bruma, claros, diáfanos, desde Dublín puede atisbarse
la costa galesa, tan sólo 45 k separan ambas orillas, un abismo es lo que
teóricamente separa la calidad de vida de sus gentes, el sueño de una vida
mejor actúa como un imán poderoso, los
valientes se atreverán a lanzarse al abismo.
Todo esto aderezado con mucha y a veces muy buena música,
no en vano es la historia de una banda de adolescentes.
Emilio: puede que las cinco estrellas de Metrópolis sean exageradas, y la afirmación de Alberto Luchini de ser una indiscutible candidata a mejor película del año, también, pero sí es una película resultona, que se ve bien, que tiene una banda original estupenda y que los personajes que retrata son curiosos y rocambolescos. Después lo fijo: Irlanda igual a música y a desarraigo, a deseo de huir; ambientado en los ochenta, con poca gaita y mucha guitarra eléctrica, y de fondo el drama de los matrimonios fracasados, de los sueños rotos y del clero represor. Pero en un tono no agresivo, por eso sales con una sonrisa en los labios, porque los protagonistas sí encuentran una salida.